¡¡QUÉ SOMBRA SANTO CIELO!!

Esta mañana me hice el propósito de visitar varios lugares de los que tengo los mejores recuerdos de mi niñez. Cargué sobre la mochila alimentos suficientes para aguantar toda la jornada fuera de casa. Por supuesto que no llevaba el propósito de hacer ninguna heroicidad, sino  visitar y gozar con los recuerdos de los momentos vividos en esos parajes citados. Además de la mochila y un bastón para asustar los perros, mi única compañera, mi sombra. En cuanto me puse en camino, ella se colocó delante, retándome a que la alcanzara. Para que ello no fuera posible, estiraba las piernas a tope, obilgándome a que yo forzara mi hábito de cada día.20160619_201307.jpg

Así recorrimos buena parte del camino. Hicimos las paradas que consideramos necesarias. Yo pensaba que el cansancio solamente me afectaba a mí, pero, según pasaban las horas y las subidas y bajadas castigaban mis piernas, también la sombra se vió afectada y en vez de seguir desafiándome a que la alcanzara, tomó la decisioón de colgarse de mi cuello y así evitar su cansancio sin preocuparse de lo que yo pudiera sufrir. Puro egoismo.

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Como el que gastaba las energías era yo y solamente yo, cuando terminamos de visitar el último de los parajes que me apetecía recordar, los dos, mi sombra y yo decidimos regresar al dulce hogar. Otra vez mi sombra sacó a relucir su mala intención. Como la mayor parte del desgaste lo había hecho yo, ella se encontraba tan fresca,  de nuevo, se colocó delante de mí, invitánome a que la siguiera. Me recordaba al comportamiento de las vacas cuando las llevábamos a pastar a parajes donde los pastos no eran demasiado buenos y a la hora del regreso a las cuadras, sabiendo que en los pesebres las esperaba el reconfortante eno, aceleraban el paso de tal manera que no había manera de alcanzarlas. Luego se extrañan algunos cuando digo que no tengo amigos. Si, ni de la propia sombra se puede uno fiar.20160619_194426.jpg

2 opiniones en “¡¡QUÉ SOMBRA SANTO CIELO!!”

    1. Tu, Eladio, bien sabes que hay sombras que cargar con ellas es desviar tu destino hacia derroeros incontrolables. Es mucho más práctico seguirlas, aunque cueste un pequeño o menos pequeño sacrificio, y no perderlas de vista. Es la manera de controlarla y comprobar qué dirección toma y saber hacia dónde quiere llevarte. Gracias.

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