Por mucho que razone, estoy convencido que algo de mí se fue hoy. Con ella compartí los primeros tiempos cuando salí de mi aldea para a vivir en la marinera Pontevedra. Fue su amor, su ternura la que llenó el vacío que sentía por dejar mis otros hermanos, mi madre y mis…vacas. Sí, mis vacas. No fue menor lo que eché de menos mis vacas cuando me separé de ellas. Era yo muy niño, y sin embargo el dejar de compartir momentos tan queridos con mi Gallarda, mi Toura, mi Morena y las otras cuatro más jóvenes, incluso las dos lanudas y humildes ovejas y la saltarina cabra que andaba siempre por encima de los muros, pero que daba la leche para alimentar a la «escuchimizada» hermana que mis papás me habían traido, muy a pesar mío. Hoy Claudina ha quedado encerrada entre seis paredes, ella, mi entrañable cuñada, la esposa de mi querido e inolvidable hermano Manuel. Hoy en un oscuro niño del cementerio ha quedado ella, solo su cuerpo, porque su alma ya está gozando de la presencia de la Luz Suprema. Desde este día, fuera del alcance de los ojos humanos, hay una luz más en un lugar recóndito del infinito firmamento, y es ella, Claudina, mi adorable Claudina, de quien tanto amor recibí en los años de mi existencia. Con sus juveniles noventa y un años, a los sesenta y nueve de haber perdido a su esposo, mi hermano Manuel, se fue en su búsqueda. Se fue como tienen que irse los que tienen la conciencia tranquila, Se acurrucó en los brazos de Morfeo y él feliz de tenerla, la transportó amoroso a donde tienen su morada los elegidos. Hasta siempre adorable Claudina, te quise, te respeté, te quiero y te respeto, porque a pesar de irte, parte de tu esencia sigue viva en mi corazón y seguirá viviendo mientras el no deje de latir.