Después de bailar el sábado por sevillanas, bulerías y otros muchos palos flamencos, el domingo me deleité escuchando al genial elenco de la Academia Jana interpretar el Musical Encanto en el que mi nieta Irene tenía un papel relevante.
A la salida del Auditorio, con el corazón henchido de justo orgullo de abuelo, no podía por menos que rendir pleitesía a una de mis Princesitas (tengo dos, ella y su hermana Beatriz) entregándole un ramo de flores y agradecerle y felicitarla por la magnífica interpretación en el musical ENCANTO. En los momentos que ella cantaba sacando los registros que es capaz de realizar con la voz que la naturaleza le donó y ella cuida y cultiva, la emoción me invadió hasta extremos que solo los abuelos somos capaces de poseer. Gracias, amorcito por tan maravilloso regalo.