Pin, te pido mil perdones por llamarte así porque ni tu nombre conozco. Sin embargo, el no conocer tu nombre, no me impide decirte que eres un HOMBRE ADMIRABLE.
Hace unos días me dice un señor que se gana la vida trabajando honradamente, y al que tengo gran aprecio, por múltiples razones: Sr. Balboa, creo que me van a despedir. Se rumorea que van a reducir personal en la Empresa y como soy el último que ingresó, me toca la «china». Nacho, así se llama nuestro hombre, es una de esas personas que no le ponen barreras al viento y que se dedica a llevarnos gas a las casas para mitigar los rigores del invierno y poder cocinar los alimentos que consumismos. Hace unos momentos me llama para hacerme partícipe de una Buena Nueva. Se lo agradezco de corazón. Suena el teléfono. Contesto:
Dígame
–Sr. Balboa, soy Nacho. ¿Me puede dedicar dos minutos?
Los que haga falta Nacho, dime. ¿Te han despedido, verdad?
–Escuche. En efecto, esta mañana me han llamado al despacho y me comunican que, por razones de organización y otros imperativos, tienen que despedir una persona del equipo y como soy el último que ingresó, que lo sienten mucho, pero me toca. A mí, como había oido rumores, no me cogió de sorpresa lo que me dijeron. Como cada día agarré mi camión y me fui a repartir, aprovechando para despedirme de mis clientes ya que era el último día que realizaba ese reparto. Como Usted está fuera, por eso le llamo. Cuando regreso, para recibir las últimas instrucciones, me topo con Pin un compañero que, a pesar de no ser muy mayor, lleva muchos años en la casa y le digo lo que me ocurre. El se me queda mirando y sin que mediara otra palabra, me pide que le acompañe. Estábamos al lado del despacho del jefe. Entramos los dos y con toda educación le dice a nuestro jefe: Hola, vengo a decirle, que no despida a Nacho. El tiene mujer y tres hijos, por lo tanto necesita ese trabajo, más en los momentos actuales y a su edad. Yo no tengo hijos. Para mi mujer y para mí, siempre encontraré algo donde ganar para vivir. El jefe se quedó mirándolo incrédulo. Se levantó de la silla y en silencio, le dio la mano. Le digo Sr. Balboa que, el silencio del jefe, era todo un discurso de admiración. Yo me puse a llorar como un niño No sabía si soñaba o realmente estaba allí. Me pellizcaba por si era un sueño. Terminé abrazando a Pin, aunque no pude articular siquiera la palabra Gracias.
Interrumpí a Nacho que volvió a emocionarse contándome lo que acabo de relatar y solo me queda dar gracias a Dios porque en el mundo siga habiendo hombres como Pin. Y sentirme orgulloso de ser paisano de Pin. El vive en O Carballiño, yo en Beariz, en Os Cotiños. Ambos respiramos los mismos aires, pero los que él respira, tienen un empleo muchísimo más bello que los míos.
Pin, ¡¡¡Qué rápido se pronuncia tu Apodo o Nombre!!! Me da igual. Lo grandioso no es tu nombre sino tu hombría de bien- Gracias por ser como eres y gracias también porque desde estos mismos instantes, tengo alguien más a quien admirar que se llama PIN y vive en O Carballiño. Honor y Honra a quien Honra y Honor merece.