
Por mucho que nos duela o nos guste, en la vida hay que aprender de todo lo que encuentras a tu paso. Cuando uno se convierte en un personaje público, aunque sea en su mínima expresión, como es mi caso, hay que aceptar todo aquello que transmites a las personas que, de uno u otro modo, comparten contigo lo que haces y pones en su conocimiento. Cuando las críticas son agrias, las filtras y buscas en ellas su razón de ser. Siempre se hallan motivos que las inspiran. Si por el contrario son agradables, las saboreas y gozas de ellas. En las unas y en las otras hay incentivos, para corregir y evitarlas o cultivar y acrecentarlas según los casos. Lo que nunca se debe hacer, es ignorarlas. Hoy, no puedo por menos que agradecer a una persona que, por el solo hecho de acoger en su esencia de persona a dos de mis hijos muy queridos, los últimos a quienes di a luz: La Fuerza de los Helechos y Susurros desde mi Atalaya, se ganó, no solo mi más profundo agradecimiento, sino también mi mistad más incondicional.

«Hoy, desde Brasil me tocó gozar. Soy consciente que inmerecidamente, pero no puedo evitar el disfrutarlo. Esto es lo que me regala ese amigo:
Buenas tardes Pepe , te escribe Ricardo Adrian Muradas , estoy de vuelta en Brasil después de una larga estada en España y Portugal .
Leí con avidez los dos libros que me regalaste en nuestra corta estada en Pueblo Muradas , que sin ti no habría sido nada .
Disfrute de “ La fuerza de los Helechos “ y “Susurros desde mi Atalaya” como no recuerdo haber sucedido antes!
El escritor que hay en ti ,es un profeta . Maestro del cielo , intérprete de oráculos , el que construye puentes y túneles entre el tiempo vívido y la eternidad que resplandece en el más allá .
Mismo que escribas en la arena, tus palabras no se olvidarán ; alguien seguramente las va a tallar en la tabla de su corazón.
Fuerte abrazo para ti y todos tus queridos !»

En las dos fotografías, Ricardo Adrian Muradas y sus dos hijos visitando el pueblo de sus mayores.