De sobra es sabido que la razón del peregrinaje, en cualquier credo, es una muestra de expiación por las razones personales de cada peregrino. Este Camino que estamos haciendo mis nietas, mi hija y yo reune unas características que le son peculiares. En los comentarios que vaya vertiendo en mis escritos debe quedar aclarado ese aspecto de peculiaridad a que me refiero.
En el día de hoy, la salida, como es preceptivo, se inició en el mismo punto que finalizó la jornada de ayer: A las puertas de la monumental iglesia de Codeseda. Como la mayor parte de sus hermanas, esta bella construcción, aún conserva entre sus vestigios signos inequívocos de su grandeza pasada, y es, como digo, una Ave Fénix de las que pueblan nuestra querida España, para deleite de los que hoy tenemos la fortuna de contemplar.
Esta noche mi crónica diaria va tener un añadido simpático en detrimento de ella misma. Cuando empezaba a escribir esto último, sonó el teléfono. Lo comunicado era tan breve como humano. Iba dirigido a la Secretaria del Mini Grupo do Camiño de Santiago da Geira e dos Arrieiros, contacto infalible en todo a lo que el Camino se refiere, dentro del ámbito de nuestra competencia, Ana Rodriguez Muradás. El mensaje procedía de Aurora:»Ana, por favor, tengo dos peregrino aquí que se perdieron y no dan llegado». Inmediatamente, Julio, hermano de Ana desde su casa y yo desde la mía, salimos a la búsqueda de Domingo y Fonseca, así se llaman los dos peregrinos portugueses. A seis kilómetros los encontramos, Julio se trajo las bicicletas y yo los hombres. Ellas tranquilas y Fonseca y Domingo cenando y reponiendo fuerzas. Cierro la anécdota que tendrá su trato en otro momento, y sigo con mi relato diario.
Como todos los días y a rebosar de ilusión y ganas de pasarlo bien, cumpliendo todas las premisas que el buen peregrino debe observar, emprendimos la caminata hacia adelante
En la primera aldea nos encontramos con un zagal que conducía una punta de reses de ganado vacuno, seguramente para un pastizal. Al vernos, las vacas se nos quedaron mirando, al mismo tiempo que debieron pensar, si es que las vacas piensan: ¿a dónde se dirigirán estos humanos sin acompañar a nadie que justifique su presencia?
Nos miraron, las miramos y cada uno siguió su camino sin otro particular. No tardamos en adentrarnos en zona boscosa, donde el primero en recibirnos fue un años roble, sabe Dios testigo de tantas y tantas cosas. Más de tres cientos sufridos años le calculo por el tamaño de su tronco y de sus ramas. Y sufrido, porque en su cuerpo tiene heridas de todos los tamaños y sufrimientos. Nos paramos, admiramos, compadecemos y seguimos
Termina el llano y el Camino se empina. Los bastones se clavan en el suelo haciendo que nuestros cuerpos se inclinen para facilitar la subida. Es cuando entra el turbo del espíritu para ayudar a la entrada del combustible y no cejar en el empeño. Todo calculado.
Una vez más, el Destino es generoso con el Caminante y su Familia y en un espacio muerto que para nada puede servir. Solo piedras, hormigón asfáltico desaprovechado, gravilla suelta, no más allá de treinta metros cuadrados en forma de triángulo, una dama, los años no tienen vigencia en ciertas personas, convierte toda esa nada en una auténtica obra de arte. Solo voy a poner una muestra de lo que es capaz de crear una mente despierta, un corazón enamorado de la vida puede brindar a sus semejantes. Baste esta pequeña muestra, de lo que es capaz de crear esta encantadora mujer, llamada Julia, aires tiene de diminuta matrona romana y cuya filosofía vital refleja en esta sencilla y sencilla reflexión y que la define de forma maravillosa: Algunos quieren coches, otros casas, dineros, yo solo quiero a las personas y ese querer llena mi vida.
Esta es doña Julia
Esta es la razón de su existencia.
Volveré a ella y os trasladaré el sentido maravilloso de un vivir en plenitud siendo lo que se quiee ser y haciendo lo que se quiere hacer. Gracias Julia y hasta pronto.
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