Monasterio de Santo Estevo do Ribas do Sil. Veintisiete de Julio. Nueve de la noche. Buena temperatura. Ni frío ni calor. El cielo azul, comienza a teñirse de gris oscuro. Claustro del Monasterio. Lleno absoluto para presenciar algo novedoso. Carlos Núñez el Maestro más imnovador de la música interpretada con Gaita Gallega, y su grupo, se dispone a regalarnos un Concierto de música del medio evo, tomando como base las Cantigas de Santa María de Alfonso X El Sabio. Carlos Núñez y sus cinco acompañantes, comienzan el Concierto con puntualidad Helvética. La conjugación de sonidos e instrumentos, dejó de ser humano y traspasó la capacidad terrenal.
En aquel Claustro desparecieron los portadores de instrumentos y sus lugares fueron ocupados por querubines y otras jerarquías celestiales. El orden, la armonía, la plasticidad acústica, el ritmo, los registros, los sonidos que se escuchaban en aquel escenario incomparable, no podía pertenecer a humanos quehaceres. ¡Cuánta belleza musical acariciaba las piedras con tanta pulcritud trabajadas por auténticos maestros de la cantería. Nuestros cuerpos no gravitaban sobre los asientos colocados para el efecto. No podía gravitar el humano sentir ante aquella espiritual interpretación de lo Divino. Dicen, los que controlan los tiempos, que fueron 120 minutos los que permanecimos allí. Solo puedo decir que me sentí en el Monte Tabor y Carlos Núñez y su grupo me hicieron vivirlo. Infinitas gracias por ello.
Mes: julio 2017
PEQUEÑAS COSAS QUE DAN SENTIDO A LA VIDA
Estaba yo realizando mi diario caminar, cuando al pasar por un parque vi dos niños, una niña de unos 6 añitos y un niño de no más de 10. Seguía yo mi camino, cuando observé en la pequeña un gesto de alegría y al mismo tiempo que lo hacía, abandonaba el juego y se venía corriendo hacia mí. Al mismo tiempo que iniciaba la carrera, sonreía y gritaba.
–¡Es Pepe!
Al oirla, yo detuve mi paso y esperé que la niña llegara hasta donde yo me encontraba. Sin dejar de sonreir, me dio un beso, al cual correspondí, sumamente agradecido. El niño tampoco se mantuvo en el lugar donde se hallaba cuando la pequeña dio el grito denunciando mi presencia. También llegó hasta mí y la escena que protagonizó la bellísima niña, la repitió Leonardo, que así se llama el muchachito. De su prima partió el origen del hecho y él le dio continuidad.
Tal vez haya personas para quienes el momento vivido esta mañana, no tiene ninguna importancia. A lo mejor es así, pero os puedo asegurar que de instantes como este, se alimentan las vidas sencillas. Más aún, de momentos como éste se compone la felicidad de cada día, de una vida sencilla, cuyo proyecto es vivir, compartiendo, respetando e intentando ser útil, sin esperar nada a cambio. Por eso cuando recibes un regalo como el que me hicieron en la mañana de hoy, la pequeña Uxía y el jovencísimo Leonardo, a mí, me hacen el más feliz de los mortales.
Continué mi caminar y en mi rostro, llevaba la más agradecida de las sonrisas, que habían plasmado en él, dos niños cuya amistad, para mí es incalculable. Gracis, mis queridos amiguitos.
NO ES PARA DAROS ENVIDIA PERO….
En estos días de calor sofocante que está soportando gran parte de los habitantes de mi querida España, vuestro humilde servidor, «u sease, yo» estoy durmiendo con sábanas térmicas y nórdico. Eso sí, al igual que mi madre me parió. Eso lo hago porque no me gusta dormir con pijama. Esto os d idea de que mi refugio habitacional, es una joya arquitectónica. Claro, tiene unas paredes de piedra de cerca de un metro de grosor. En algunos sitios, incluso más. Al salir de casa me encuentro con una bofetada de calor, consecuente a los treinta y muchos grados que hay en el exterior. Al llegar a casa, recibo la misma bofetada, pero a la inversa. En estos momentos que os estoy relatando esta divertida situación, divertida, al menos para mí, son la 01 de la madrugada del día 16 de Julio. Pues bien, tuve que ponerme algo de ropa para no sentir frío ante el teclado del ordenador.Os lo cuento, no para daros envidia, sino para deciros, con toda sinceridad que aquí, en este rincón del mundo teneis un refugio, claro, no por mucho tiempo, pero sí lo suficiente par que sepais lo bien que se puede vivir, sin alarde ni sueños de grandeza, pero disfrutando de unas condiciones de vida que son todo un regalo de Dios..Acabo de salir a la calle y he fotografiado mi «palacio» y os la envío, sobre todo para todos aquellos que no la conoceis. y debajo pondré la estrofa del cántico a la vida sencilla de Don José María de Pemán, con la que termina UNO DE TANTOS
Ni voy de la Gloria en pos–Ni torpe ambición me afana–Y al nacer cada mañana– Tan solo le pido a Dios–Casa para albergar–Pan tierno para comer–Un Cristo para rezar– Y un libro para leer—Porque, el que se fuerza y se agita,–Nada encuentra que le llene– Y el que menos necesita, –Tiene más que el que más tiene. Buenas noches, entrañables PERSONAS que me leeis. Gracias.
ALGUNAS VIVENCIAS ENRIQUECEDORAS QUE NO CUENTO EN UNO DE TANTOS
No puedo evitarlo. Cada día dedico unos momentos a repasar alguna página de UNO DE TANTOS. Siempre termino en la mismas. En los primeros años, mi vida fue como la de cualquier otro muchacho de aldea. Desde muy pequeño, apenas 4 años llevaba el ganado a pastar al monte o algún prado que no entrañara muchas dificultades, tanto por distancia como por ubicación con respecto a otros colindantes. Lloré cuando alguna vaca se me extraviaba y tardaba en localizarla. Vi parir a las vacas, a las ovejas, a las cabras, a las perras que teníamos en casa. Me mordieron algunos perros por tirarles piedras cuando se peleaban con los nuestros. Tomé leche templada, con la temperatura que salía de la ubre de la vaca, mientras mamá la ordeñaba. Incluso, a veces, me la enchufaba directamente a mi boca. Me gustaba sentir el chorro que me llegaba desde el teto de la ubre. Más de una vez me caí de un árbol buscando nidos de ´pájaros. Por coger cerezas, en más de una ocasión dí con mis huesos en el suelo. Tuve lombrices, a veces más grandes que las que cogía para pescar las truchas. Los caballos, incluso los mansos, en más de una ocasión, me hicieron descabalgar, sin que yo quisiera hacerlo. Llegué a dormirme encima de la montura y cuando despertaba era porque me había caido desde lo alto del lomo de la yegua o del caballo. Esto último me ocurría desde que tenía muy pocos años, como máximo 4 o 5. Cogía las gallinas y les hacía prospecciones para ver si tenían el huevo para ponerlo. En fin, cuento todo esto para que sepais que mi vida fue muy rica en vivencias en el rural gallego de los años 30, 40 y 50 del siglo pasado. Mi hermano Manuel que físicamente nos dejó a los 28 años, pero su recuerdo vive en nosotros con plena vigencia.
Pero cuando mi niñez se enriquece de verdad, con situaciones que no pertenecían al común de los muchachos de mi edad, es cuando mi hermanos Manuel me toma como su ayudante. O mejor, me convierte en su sombra nocturna y diurna. Narro los momentos compartidos con la naturalidad que todo UNO DE TANTOS, mi libro tiene, precisamente de eso, de naturalidad y sencillez. Cualquiera otra manera se saldría del contexto, tanto del libro como de mi propia realidad. Sin abandonar ese aspecto, no puedo dejar de reconocer la riqueza de enseñanzas que mi hermano me dio la oportunidad de vivir. Aquellas correrías nocturnas con las que tanto gozaba yo con, no más de 5, 6 o 7 años. Y lo curioso y que, aún hoy me divierten, es que las gozaba llorando. Que conste que nunca tuve ni tengo síndrome de masoquista. Cuando me dejaba solo, bueno solo no, con diez o más perros amarrados, allá por la media noche, en medio de un monte. Las jornadas de pesca, con los medios más rudimentarios. A mano, en las corrientes. Con nasas manufacturadas por él mismo. Con retales de redes que nosotros mismos reparábamos. Con unas cañas rudimentarias que se convertían en virtuosas herramientas, en las manos de Manuel. En días de abundantes nevadas, seguir el rastro de las libres, kilómetros y kilómetros, no siempre exitosas. Mi hermano tenía el don de sentirse querido por donde quiera que fuera. Todo el mundo lo quería. Todos querían ser sus socios en los trabajos de la mina. Sabían que donde él lo dijera, allí se encontraba estaño o Wolframio. Excavaban un pozo o abrían una galería, y sus pronósticos, se hacían realidad. Me enseñó que la generosidad y la humildad eran dos virtudes necesarias para la convivencia. Ambas apoyadas en el respeto. El respeto a todos, pero, de manera especial a los mayores. Tendría para escribir un tratado, con solo relatar todo lo vivido y aprendido en su compañía. Aunque cien años viviera, no tendría tiempo de agradecerle todo lo que le debo. Todo lo que me permitió vivir en su compañía. No digo que me dan pena, para no ofender a nadie, ahora que tengo capacidad para entender todas aquellas vivencias, la manera que tienen los niños de ahora de pasar esos años de la niñez, sin conocer gran parte de la razón de ser, de su propia existencia.
MI ZOO CAMBIA SEGÚN LA ÉPOCA
Con la recalcitrante sequía que estamos padeciendo, los insectos, sobre todo de la familia de los ortópteros, cerezas, este año los guindos y cerezos cargaron en abundancia y otros frutos de la época, tanto Rubiales, el hijo de Papo Rubio, su pareja y la familia de Pico Amarillo, apenas hacen acto de presencia, por sus cuarteles de invierno. Sin embargo, sí vienen Linda y Cabezón, sin tantas carantoñas como se hacían cuando Linda estaba en celo, pero me visitan para comer lo que cada mañana les pongo en sus cuencos particulares. Ya dije que, desde que no tengo los cerditos, las sobras de la comida que antes les llevaba a ellos, ahora se la ponga a la pareja de enamorados. Pero esta mañana me llevé una muy grata sorpresa. Un nuevo comensal, sin que nadie le invitara, se llegó a degustar la comida de los que no vienen. Por estas tierras le llamamos Gayo. Abreviatura de Papagayo, por los colores variados y vivos de sus plumas. También por sus graznidos en medio del bosque. En realidad es un Arrendajo. Lo cierto es que a mí me llenó de placer cuando le vi comiendo con avidez lo que yo había preparado para otros. Y es que en la vida hay muchas personas que desprecian lo que se les ofrece y hay otras que disfrutan valorándolas y disfrutando de ellas. Pero no paró ahí mi sorpresa y satisfacción. A las pocas horas me encontré con la gratísima sorpresa que me brindó mi matinal invitado. Como demostración de que se había sentido satisfecho del comedor y del menú que se le brindó, se fue en busca de su amada y allí estaban los dos, disfrutando del banquete.
No os podeis imaginar que placer me produjo tal acontecimiento. Una razón más para cuidar a mis nuevos invitados y hacer un estudio de los gustos que tienen para, en la medida de mis posibilidades, ponerles los menús que mejor les cuadren. Confío que Rubiales y Pico Amarillo cuando vengan no sientan celos y todos compartan mesa y comida. De momento mantel no les pongo, pero tiempo al tiempo. De todas formas mi particular zoológico, no se puede negar que es variopinto. Rubiales, Pico Amarillo y familia, Zapirón, un gato blanco y negro que solo aparece los días que hay pescado, Linda, Cabezón y mis últimos invitados que aún no les he puesto nombre. Es cierto que ahí se cumple el mensaje del Evangelio. «Ved las avecillas del cielo y lo lirios del campo, que no siembran y el Padre Celestial les provee» El Padre Celestial me usa a mí de humilde anfitrión, y yo encantado de ejercer tan bello cometido.
DESCUBRIENDO NUEVOS MUNDOS
Es cierto. Cada momento que vivimos, es un nuevo mundo que se abre ante nosotros. Y no os creais que el significado de la palabra momento, no tiene valores de lo eterno. Un momento en la vida de una persona, puede significar tanto, que no hallaría en mi diccionario, palabra que lo aglutinara. Hoy me concretaré en hablar del momento que compartí con cada persona que me dedicó unos instantes de su vida, en la presentación de UNO DE TANTOS. En el momento que estoy mandando este mensaje, os veo perfectamente situadas en los asientos o de pie en el lugar justo que ocupabais. De lo único que me culpo, es de no tener la capacidad, en aquellos instantes, para transmitiros mi agradecimiento, por estar allí. Os miraba a los ojos. No, no es así. Te miraba a los ojos y te quería decir: Gracias, mil gracias por estar ahí, por insuflarme ánimos para que dijera, lo que tenía que decir. O lo que debiera decir.
Porque, si dijera lo que quisiera, solo diría eso GRACIAS. No te puedes imaginar lo que es capaz de recibir un corazón tan usado como el que late dentro de mi pecho, cuando recibe una caricia como la que tú me mandabas desde tu sitio, mientras yo hablaba de mi libro. Tampoco sabes lo que es capaz de mandar este usado, que no viejo corazón. No lo sabes, sencillamente, porque no tienes los setenta más diez que tiene él. Solamente por eso. Y habeis conseguido más aún. Habeis conseguido que me esfuerce en ser mejor persona. Que os quiera más y que tengais más vigencia en mi vivir. Me habeis enseñado a ser más generoso. No puede ser menos, viendo vuestra generosidad sin límites.
Ese agradecimiento y esos reconocimientos, no solo se los remito a quienes me siguieron por los muchas sitios que hemos recorrido, mi diligentísima Manager, Ana Rodriguez Muradás, mi hijo UNO DE TANTOS y vuestro humilde servidor. Ese reconocimiento lo hago extensivo, a todas las personas que habeis comprado y leeis la sencilla historia de algunas de las andanzas de uno de tantos que soy yo. En todos los lugares que hemos estado,superamos las expectativas. En donde ponían sillas, siempre hubo personas de pie y donde había 200 o más butacas….no, No las llenábamos. La verdad es que fue una experiencia increible. Por lo entrañable y por lo aleccionadora. Por todo ello GRACIAS. iNFINITAS GRACIAS a todos.