Con frecuencia me preguntan cuantos años tengo. Mi respuesta siempre es la misma: Los años los inventó un parvo aburrido. La sensatez te aconseja no tenerlos en cuenta. En mi vida cuido dos situaciones que me resultan muy beneficiosas y que las he convertido en mis compañeras inseparables: La lectura y el caminar.
La primera me acerca más a la libertad y cuanto más leo más libre me siento. La segunda me regala vida para poder leer. Hay muchos momentos que te someten a toda clase de reacciones. Es en esos instantes cuando hay que estar preparados para que no te condicionen todo lo que debes respetar. En esos momentos es la lectura la tabla de salvación. Es muy difícil, diría que imposible, dominar tu cuerpo si previamente no le has educado y le educas todos los días. Es en el caminar y en la rumia que realizas al hacerlo donde más te fortaleces. Para todo parto de una premisa mi enamoramiento de la vida. Yo estoy enamorado de ella hasta la médula más profunda de mis sentimientos, de ahí que lucho con todas mis fuerzas para evitar que ideas intrusas inoportunas interfieran en mi existencia. Camino y leo, esos son mis secretos y contesto a todos lo que me lo preguntáis.