
Una vez más insisto sobre las bondades de la lectura y del caminar. La lectura, sin lugar a dudas fortalece la inteligencia la libertad y la capacidad de pensar. Si no piensas ya lo dijo el sabio, no existes. (Cógito ergo sum) . Camino, luego estoy vivo y fortalezco mis vivencias. El caminar hace evidente la otra evidencia de una inteligencia privilegiada como es la de Décimo Junio Juvenal que sentenció: Mens sana in córpore sano. La lectura no tiene contrapartida dolorosa. El caminar, desde mi experiencia tiene tres momentos muy diferenciados. El primero es el ponerte en camino, vacilante y acomodaticio. El segundo, cuando llevas caminando entre dos y tres kilómetros que la fuerzas flaquean y tiendes a no continuar, a rendirte. El tercero, destruye las teorías de lo dos anteriores.
Cuando has superado esa distancia comienza el disfrute del placer que te produce el agradecimiento de tu cuerpo y de tu mente, sintiéndose más libres y realizados. Pruébalo y te convencerás.
