
Una de las mayores aportaciones a mi propia existencia es la de reinventarme; muchas veces sin ni siquiera proponérmelo. Este proceso evolutivo de mi personalidad se ha producido más descaradamente en los últimos años vividos. Tal vez la razón no sea otra que la de compartir mi vida con mi mejor amigo: Yo mismo. Al quedarme viudo me impliqué con la recuperación del Tronco del Porco Celta. De ahí pasé al reingreso en la Universidad. Continué haciéndolo escribiendo y publicando varios libros de contenidos muy diversos. Quince años de soledad, una soledad muy relativa porque gozaba con mi otro yo, me condujeron a que diera un paso muy importante: Contraer matrimonio de nuevo. Conseguí el objetivo. El tiempo no se detiene y hay que seguir. El ser Caballero de la Orden del Camino de Santiago me obligaba a implicarme en algo que diera sentido práctico a ese privilegio: Ofrecer un lugar gratuito donde dar cobijo a los Peregrinos del CAMINO DA GEIRA E DOS ARRIEIROS, Braga Santiago. Cada etapa la he vivido con la intensidad que el momento requería. Todas maravillosas. Estas dos últimas lo estoy haciendo sin desperdiciar ni un segundo, consciente de que momento perdido es irrecuperable. La última, convencido de que mi línea vivencial, en buena lógica, se aproxima a convertirse en segmento, llena los caudales de mis ilusiones haciendo rebosar sus contenidos. Los momentos compartidos con los Peregrinos son increíbles. Me enriquecen de tal manera que no puedo sino dar gracias al Cielo por permitírmelo vivir.
