
Cuando el Peregrino comienza a cumplir su deseo, que no es otro que hacer el Camino, en su mente toman forma unos pensamientos que lleva más o menos tiempo elucubrando. Algunos de esos proyectos adquirirán forma en su recorrido. El caminante sentirá un gratificante placer al comprobar que los está haciendo realidad. Sin embargo cada momento que se enfrente a las dificultades que va encontrando, descubre que surgen, como por arte de magia otras situaciones que él ni sospechaba que existieran y sin embargo aparecen ahora. Es la grandeza del Camino quien le invita a mirar para sus adentros. En ese momento comienza, sin ni siquiera proponérselo un conocimiento de sí mismo que le descubre los porqués que en muchos momentos momentos no tenían respuesta. El Peregrino se reta a sí mismo desde el inicio hasta el arribo. Cuando lo realiza, se siente mejor consigo mismo y se valora muchísimo más, porque sabe que ahora es mejor persona.
