
Antes de que el sol recueste su cabeza en las islas Cíes, la encantadora Josefina realiza su cotidiano paseo. Sus ciento cinco primaveras cierran sus compuertas de forma hermética para que el sol veraniego no agoste su sonreír y sus ganas de compartir unos momentos con quien se tope en el camino. Siempre muy bien acompañada regala sonrisas a todas las personas con las que se cruce. Su memoria está lúcida como sus palabras. Compartir con Josefina unos momentos es tanto como recibir un regalo impagable que disfrutamos todos los que gozamos del placer de su presencia. Entrañable amiga, pido al Dios en el que creo me conceda la dicha de compartir contigo instantes enriqueciéndome de tu acerbo ancestral.