Sí, regreso a la bella realidad. No es que la otra no lo fuere, pero estar en el cotidiano vivir, si éste es placentero y mantiene el espíritu en equilibrio, lo es, por lo menos, igual. Comenzamos el día a día con la buena voluntad que nos anima la comunicación con las personas que consiguen contagiarte de sus buenos oficios y te dan ánimos para continuar con la tarea de abrir tus sentimientos para que se oxigenen y reconforten. Eso es lo que haceis, queridos, respetados, admirados y entrañables amigos que manifestais vuestros sentires a través de los mensajes que nos remitís a los que tenemos la dicha de seguiros cada vez que escuchamos en vuestras conversaciones silenciosas y, sin embargo elocuentes, las bellas expresiones que nos regalais y que esperamos con auténtica ilusión. ¡Qué placer siente uno cuando contrasta su manera de ser con la de otras personas que, a pesar de la distancia, tienen la proximidad de su pensamiento.
De mis amigos Pico Amarillo y Papo Rubio, solamente puedo deciros que el tiempo no acompaña a su ajetreada tarea de construir sus respectivas casitas para recibir a la prole que pronto tiene que comenzar a dar señales de venir a este mundo. Primero los huevecitos y después los polluelos. Como dije en su día, el tiempo nadie lo roba y el Invierno que se resistió a venir cuando creíamos, necios de nosotros, el momento de hacerlo, se negó a ello, ahora que, en buena lógica, debería imperar la bondad de la incipiente Primavera, no es así y lo que fue no era y lo que es no debería ser. Pero aceptemos lo que hay y al «mal» tiempo buena cara. Pongo entre comillas el «mal» porque todo es relativo. Para unos sí, para otros no. Para unos este tiempo es bueno y para otros no lo es.