Una madre nunca se cansa de esperar a un hijo, pero la muerte, sí se cansa y se la llevó. Bueno se llevó su cuerpo porque una madre nunca muere. El amor que ella prodigó sobre sus hijos, la mantiene viva entre nosotros.
Decía en mi anterior escrito que la razón que esgrimía mi hermano Benito para marcharse, no era totalmente cierto. Algo había de ello, traer los restos de nuestro hermano Manuel, muerto en Venezuela, pero el motivo real, es que Benito, huía de sí mismo. ¿Porqué? Sencillamente porque él era novia de una joven, con la cual mantenía relaciones desde su adolescencia. Las malas compañías y el exceso de consideración de mi hermano para con ella, un mal día para ambos, la citada novia escapó con otro, dejando a Benito, tal cual se quedó el Gallo de Morón. Este, sin plumas y cacareando. Mi hermano, compuesto y sin novia. Ya decíamos que a la sazón Venezuela tenía cerrada la inmigración, por lo que mi hermano, cometiendo una incoherencia más, pensando que Venezuela y Brasil, son naciones colindantes, se embarcó para este último país, pensando, siempre según él, que desde uno de ellos sería más fácil pasar al otro. Dato curioso es el que ocurre don este triángulo geográfi
co. La distancia de Madrid a Río de Janeiro es la misma que hay de Río de Janeiro a Caracas. Resumiendo que las tres capitales unidas componen un triángulo con sus tres lados iguales. Por lo que mi hermano había creado una situación, que era una pérdida de tiempo. Pero eso será objeto de otro tratamiento. En algún momento escribiré la historia de mi hermano en esta etapa de su vida. Historia interesante por cierto. Ahora centraré mi atención en el encuentro acontecido estos días. Tan maravilloso como inesperado.
Entra en mi teléfono una llamada con una lacónica frase ¡¡¡Notición!!! Roldán está en Beariz. Beariz, es el pueblo donde nacimos todos los hermanos, por supuesto, también Benito y Roldán es el hijo de Benito, nacido en Santos acompañado de su bellísima esposa. Y se presenta así, sin previo aviso y sin que nadie tuviera conocimiento de ello. El hijo de mi hermano, hace acto de presencia en la tierra de su padre. Repito, explicaré con más detalles en otro momento las motivaciones de todo esto. Hoy me toca gozar de lo esencial, sin complementos directos, indirectos y circunstanciales.
CONTINUARA