Hoy he compartido con Bonifacio González, Boni, para los amigos, mesa sin mantel. No hace falta mantel para compartir unos buenos y sabrosos manjares con un grupo de amigos. Es cierto que los manteles marcan estilos y buenos modos, pero ambos también se pueden mantener vigentes, sobre una mesa de madera de los viejos robles gallegos, después de estar más de 100 años debajo de los rieles, aguantando el paso y el peso de centenares de trenes, cargados de mercancías y de personas. Solo hay que exigir que esté limpia, lo demás lo ponen los comensales. En una mesa de 5 metros de larga, alrededor de la que nos sentamos todos los presentes, para dar cuenta de lo que nos brindara la bella y gentil anfitriona, que celebraba el Cumple de su único hijo varón. Yo tenía, jus en fente, a mi amigo Boni. Cuando llegó el momento de los postres, alguien me lo había susurrado al oido, yo pedí que me sirvieran Melón de la denominacíón de Origen de Villaconejos, cultivado por Boni, en sus huertos. Esto que acabo de escribir es tanto como nombrar la Biblia en casa del Sanedrín. Saborear un melón de Villaconejos, cultivado en la Vega de Abajo de Fuenntidueña de Tajo, por las manos y sabiduría de Boni, es el sumun de los placeres que un mortal puede disfrutar en este Valle de Lágrimas. Me decía él, a requerimiento de mi interés, por saber algo más del tema.
— Mira, es muy fácil. Primero saber que la semilla, es la escogida. Después sembrarla de manera que cada mata tenga su espacio para alimentarse bien de los ingredientes que le da la tierra. Los riegos deben ajustarse a la climatología. A más calor más riegos. Sin pasarse, con el fin de que el agua no le reste dulzor al fruto. Luego el melón, tiene que dormir sobre la propia cama, que él mismo crea, con su peso natural. Para la separación de la mata, osea la corta, la debe marcar la misma cama que el melón creó durante su desarrollo. Hay un momento justo para realizar ese acto, pero ese momento solo lo conoce quien día a día vigila el desarrollo del apetitoso fruto.
Todo eso lo dice Boni con la sencillez y naturalidad de quien conoce en profundidad el tema que trata.
Ese momento preciso de la corta, es el que conoce Boni y otros esforzados criadores de tan sano y suculento alimento que hace las delicias de quien tiene la suerte de comerse una «raja» al estilo que decía mi admirado y entrañable amigo, El Tío Pedro Pajarillo. «¿Quien por dos reales, no come, bebe y se la cara»?
Gracias Boni por hacerme partícipe del placer que regala tu sabiduría como agricultor.