Como teníamos la mañana libre, la dedicamos a visitar el Metro de Moscú. No descubro nada nuevo si una vez más digo que es el Metropolitano más suntuoso del mundo. Todo él revestido y equipado con materiales nobles de la mejor calidad, y trabajados estos por auténticos maestros del arte, adentrarse en los túneles del metro de Moscú, es hacerlo en un de los museo, donde la madera, los metales y el mármol, enaltecen el espíritu de una forma impensable. Porque impensable es creer que en el subsuelo de la capital moscovita pueda haber tanto arte para deleite de los usuarios del ferrocarril del subsuelo de la ciudad de los zares. Si el arte expresado en toda clase de filigranas cautiva a quienes lo contemplan, también tiene mucho que decir la luminosidad que transmiten
las lámparas que en techos y paredes, complementan con carácter de sujetos todos los rincones de accesos y estaciones. Salimos a la superficie con el corazón repleto de placer, después de contemplar tan bella y magna obra.
Una pertinaz lluvia nos castigó toda la mañana en la capital moscovita. Nuestra guía ejerciendo con pulcritud su función pastoril, nos llevó a tomar un refrigerio a un restaurante próximo a la estación de ferrocarril. Se habían anunciado a bombo y platillo protestas por el sistema de votación de las elecciones municipales No quieren que se mantengan como se está haciendo hasta ahora. Exigen que sean libres. Se temía la asistencia de multitud de participantes en la protesta y ello podría entorpecer nuestro arribo a la mencionada estación del ferrocarril. A pesar de que el ágape era por el sistema de autoservicio, había varios camareros atendiendo las demandas de los clientes.Seguiremos hablando de el.
Caminante, no cambies nunca.
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