Hay placeres sencillos que llenan el espíritu, labor mucho más difícil que llenar el estómago. Y, por descontado que es infinitamente más gratificante. Me hallaba dedicado a mis cotidianas labores de emborronador de folios, cuando recibí una llamada de mi esposa. El comunicado era tan breve como aleccionador.
-Tengo un peregrino y con hambre.
No lo pensé dos veces. Subí a mi coche y me fui en busca de nuestro hombre. No tardé en localizarlo. La verdad es que su aspecto no era la de un ser hambriento. Le hice subir a mi auto y me lo traje a casa. Cuando ya tenía preparada una tortilla campera, a lo Balboa, de cuatro huevos con bonito, ajillos y cebolla, llegó mi dama con un par de filetes. Le servimos la tortilla y uno de los filetes, pan fresco a pasto y una jarra de buen vino tinto del Ribeiro. Paco, así se llama el Peregrino, es natural de Madrid, residente del populoso barrio de Moratalaz es un buen conversador. Fácil y fértil en el hablar. Pronto se estableció entre él y nosotros una cordial comunicación. Es jubilado de banca y lleva recorrido, en los doce años de liberado profesionalmente, un número considerable de Caminos de Santiago. Narra aconteceres increibles. Lo que más nos impactó fue cuando nos habló del Camino que hizo desde Cracovia a Santiago de Compostela, trayecto que subdividió en dos años. Cada uno de ellos recorrió algo más de dos mil cien kilómetros. Guarda especial recuerdo de su paso por Polonia donde los responsables de los Caminos de Peregrinación le dedicaron una especial atención. Uno de los días que tenía que cubrir una etapa de su itinerario, le invitaron a que se uniera ellos. Así lo hizo y el acontecimiento le marcó de manera especial por el trato que le dispensaron. Mientras esto relataba seguía comiendo para no retrasarse en continuar su Camino ya que amenazaba lluvia y quería completar la etapa sin que el líquido elemento le hiciera más dificultoso el andar. Cuando ya estuvo satisfecho le llevamos al Ayuntamiento donde nuestro Alcalde, con su proverbial amabilidad, le selló la credencial do Caminho da Geira e dos Arrieiros de Braga a Santiago. Le dejamos en A Veiguiña y deseándole Buen Camino nos despedimos.
Muchísimas gracias, amigo, por esa gran acogida en tu casa. Un abrazo muy fuerte
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Pepe, muchísimas gracias por esa extraordinaria acogida en tu casa. Un abrazo muy fuerte a los dos
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