
El sábado, día dieciocho, próximo pasado, una mujer joven, Carmen Pérez Valiñas encendió una luz de esperanza en Beariz. Nuestro pueblo, no hace muchos años, contaba con todos los servicios que en el día a día las gentes necesitan para cubrir sus necesidades en todos los órdenes: Ocho entidades bancarias, panadería, restaurante, hospedaje, cuartel de la Guardia Civil en activo las veinticuatro horas y algún que otro servicio del cotidiano vivir. Hoy, desgraciadamente la mayoría han desparecido. Por lo que dicen, y sin rubor ostentan, entre nuestros vecinos hay personas de un alto poder adquisitivo. Ninguno de ellos toma la iniciativa para invertir ni un solo céntimo en la tierra que les vio nacer. Ha tenido que ser una mujer sencilla quien con su propio esfuerzo y sin ningún apoyo económico, poner en marcha un establecimiento donde elabora comidas para que los potenciales clientes las lleven a su casa para consumirlas.

Le hicimos un pedido para el domingo con el fin de llevarlo a nuestra casa. Para tres personas, le dije. Por un precio muy acorde con las exigencias del mercado. Somos tres personas. Las edades pueden dar idea de la diferencia de criterios a la hora de saborear un yantar: Ochenta y seis, treinta y siete y diecisiete los años de cada comensal. Los tres quedamos sumamente satisfechos, Comimos hasta hartar. Cenó el más joven a placer y hoy lunes yantamos los tres con lo que nos quedó de ayer. No se desperdició absolutamente nada. Eso da idea de la calidad que la excelente cocinera Carmiña nos ofreció. Muchísimas gracias, Carmen por encender una luz tan luminosa como necesaria en nuestro querido Beariz. Hago votos porque nuestros vecinos sean conscientes de que te apoyemos y con tu ejemplo marques el camino para otros proyectos que duermen en el limbo de los olvidados.

O aspecto e delicioso
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