EL CAMINANTE: CUANDO LAS ILUSIONES SE HACEN REALIDAD.

Lo que realmente permite que las personas se sientan a gusto con su propia existencia, es en el momento que convierte su vivir en una realidad gratificante. Por sí misma la vida ya es el sumun de las realidades. La obligación de cualquier persona es dar sentido a ese vivir. Esa labor, nada fácil, debe comenzar desde los primeros tiempos de tu existir. Estamos formados por una serie de elementos que nos convierten en seres racionales. Enfrentarnos a las diferentes situaciones con las que nos vamos a encontrar, exige una determinada preparación. Cada proyecto tiene su propia personalidad y necesita su adecuada dedicación. En nada y, sin embargo con características muy similares se parecen las inquietudes que van conformando nuestro devenir. Según vamos haciendo el camino, éste nos presenta sus propias necesidades. Livianas al principio, con diferentes y mayores dificultades las que van apareciendo a continuación y tenemos la obligación de sortear.

Según vamos haciéndolo nos damos cuenta lo fáciles que eran todas las que se quedan atrás por nuestra superior capacidad perceptiva. Es precisamente esa osadía la que te permite embarcarte en una frágil piragua en las procelosas aguas de la incomprensión. Si el Dios en el que creo y su Apóstol Santiago, también llamado el Hijo del Trueno nos ayudan, la viñeta que encabeza este escrito, pasará en muy poco tiempo de ser una ilusión a convertirse en una feliz y tangible realidad.

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