Fue un despertar maravilloso. Cuando el sol asomó por detrás del Monte Marcofán,, entró por mi ventana y me dio un beso que agradecí desde lo más profundo de mi corazón. Los que podeis gozar de ese placer, lo entenderéis mejor, y los que desconocéis esa manera de despertar, os aconsejo que busquéis la ocasión y el lugar donde disfrutarlo. Sientes como si el mundo tuviera una tras tienda donde se esconden las cosas sencillas, pero que, en ellas, está el sentido de vivir. Mi casa, que es vuestra casa, está presta a brindaros ese placer. Durante el día todo discurrió dentro de los cauces novedosos que cada jornada brinda al Caminante y ahora, en cuanto cierre la página me voy a Zumba. Treinta y tantas damas y dos profesoras compartirán conmigo y yo con ellas, una hora de gratísimo esparcimiento. Buenas noches.