Un día me lamentaba yo, de la sequía que estábamos padeciendo. Una amiga mía que me escuchaba, me dijo: No te preocupes, en Galicia siempre que se necesita, llueve. Es natural, si así no fuere, Galicia dejaría de ser Galicia y fíjate la cantidad de años que lleva, siéndolo. En efecto. No sé si por darle la razón a esas cabezas pensantes que se reunen en París, por lo del cambio climático, o porqué razón, llevábamos una temporada que los anticiclones no nos abandonan y mandan las nubes para la Gran Bretaña. Esta mañana, para que mi amiga siga tenido razón, mi encantador Pitirrojo, tuvo que arrimarse las al cristal de mi ventana, para no mojar su aceitunado plumaje. No llovió mucho, pero ya empapó la tierra y rehabilitó los pastos para los herbívoros que andan por montes y prados. Corzos, jabalíes, caballos salvajes y algunas vacas que vienen de otros pagos,porque, lo que es por aquí, no hay ni un animal que colabore en la limpieza del agro. Pero buen la lluvia llegó y, aunque la atmósfera estaba limpia, si había alguna partícula de bióxido de nitrógeno por ahí vagando, le dio una colleja y la mandó a paseo. Qué afortunado soy teniendo una región tan bonita, un pueblo tan maravilloso, tan pequeño y tan grande para mí, una……. No como León Felipe «….que lástima que yo no tenga Comarca, Patria, tierra provinciana….» No tenía ni un País ni una ciudad ni un pueblo. El pobre no tenía casi nada. Pero tenía una inteligencia poética que yo quisiera para mí.