Esta pasada noche, los encargados de cerrar las compuertas del cielo se olvidaron de cerrarlas y lo que es en esta zona de Os Cotiños, cayó toda el agua imaginable. A punto de romper el día, agua y viento se retiraron a descansar y la mañana quedó tranquila, nublada pero tranquila. Incluso la temperatura, 11 grados centigrados, era benévola. Tanto era así, que escuché el nervioso canto de Papo Rubio. Me asomé a la ventana y vi a la pareja jugando a perseguirse. En unos instantes desparecieron de mi vista y no los volví a ver. Mientras esperaba, por si aparecían de nuevo, escuché el melodioso canto de Pico Amarillo. Allá, en lo alto del castaño, desnudo por las inclemencias sufridas en los últimos días, estaba Pico Amarillo, solo. Cantaba como hacía tiempo que no le escuchaba. De lo más íntimo de su diminuta figura salían los cánticos más bellos que se puedan imaginar. Como digo, estaba solo, pero sus cánticos denunciaban a las claras a quienes estaban dedicados. Aún no sé dónde están construyendo su casita, pero de lo que estoy totalmente convencido, es que esas melodías tenían un destinataria. Solamente si te motiva el amor, se pueden interpretar melodías tan bellas y cantadas con tanta ternuraEs en la Naturaleza donde se capta con mayor intensidad y veracidad las expresiones del amor más profundo. ¡Qué dificil debe ser encontrar encontrar en ese nivel de la vida, violencia alguna provocada por el amor!.Digo debe ser, porque llevando ya algunos años en contacto continuo con el mundo animal, en su más extensiva expresión, nunca vi alguna que no fuera defender a los hijos o a la propia pareja, pero jamás contemplé agresión alguna, entre las propias parejas, en una u otra dirección.