Buenas noches Amor mío. Hace más de 10 años que tu cuerpo nos dejó, pero tú sigues estando entre nosotros con la misma vigencia que lo hacías cuando podíamos verte con los ojos de la cara. Porque tú, Amada mía, hiciste tan bien los deberes que cada segundo de nuestras vidas sigue teniendo tu sello. Tus hijos, tus yernos, tu nuera, tus nietos, hasta los que nacieron después de tú marchar, te conocen a través de nuestro comportamiento. Yo, te llevo continuamente en mi mente y en mi corazón. Cada sitio que visito, cada ciudad o pueblo que recorrimos de la mano, cada rincón que ambos compartimos, todos ellos rememoran situaciones que al recordarlas, unas veces me hacen ponerme serio, pero en la mayoría de las ocasiones, provocan una sonrisa, fruto del placer que los dos sentimos cuando visitamos esos lugares. Te fuiste muy joven, como los elegidos. La Luz te quería a su lado para inundarte del Bien Infinito que solo El puede dar. Y sentimos sobre nosotros tu luz. La sentimos tan palpablemente, que, si no fuera por ella, nada sería como es. ¡Qué bien construiste este Edificio Familia! ¡Qué solidez pusiste en sus cimientos! Hace más de una década, y gracias a eso, no se ha producido ni la mínima grieta. Tu recuerdo consolida y reafirma, cada momento, el respeto que nos inculcaste. Nunca impusiste nada. Tu lema era la Libertad respetuosa. Cada uno sus espacios sin que nadie se los invada. Con esa premisa se puede hacer camino hasta que La Luz nos absorba con su luminosidad.Cada vez que decido hacer un viaje más o menos largo, por ejemplo, ir a Madrid o algún otro lugar algo distante, me preguntan si no me aburro viajando solo. Ellos no saben que recordando nuestras vivencias, rumiando nuestro pasado, no me puedo aburrir. Me acuerdo que cuando viajábamos, siempre te pedía que te pusieras alguna faldita corta para verte las rodillas y aquel lunar que tienes un poquito más arriba. Sobre todo una que tenía unas tonalidades verdes muy suaves. Me encantaba verte con ella. ¡Qué buena copiloto eras! Jamás te dormías. Siempre mantenías mi atención para que no desmayara. Ya podía ser de noche o de día. Daba igual nunca desfallecías.Me río mucho cuando te escribía, de viva voz, cartas de amor. Siempre querías escribirlas tú, pero cuando conseguías el papel y el bolígrafo ya la había terminado. Así docenas de veces. No conseguías retener en el papel ninguna pero eras mi Musa y pronto inspirabas otra.
Por hoy me despido, Adorable Esposa. Los ojos se me cierran y me voy a dormir. Es el peor momento del día. Cuando subo las pocas escaleras que dan acceso a las habitaciones, al girar, dando vista a nuestro cuarto, lo paso fatal. Eso sí, me repongo enseguida. Doy gracias a La Luz por dejarme llegar a ese momento, me introduzco entre las sábanas y….Te seguiré escribiendo. Me hace bien hablar contigo por este medio. Te adoro y lo haré hasta que La Luz nos una de nuevo.