Es cuestión de paciencia, constancia y fe en uno mismo. El tiempo no me acompaña. Este mes de Abril quiere hacer honor a su nombre y a fe que lo está consiguiendo. No hay día que la pertinaz lluvia no salga a escena. Y lo malo no es que salga al principio de la obra, en medio o al final. Aparece cuando menos te lo esperas. Para que no parezca un monólgo, comparte sus apariciones con de granizo, nieve, viento, sol y los ingredientes que hagan falta para que mis recuerdos de la niñez, sigan vigentes en la actualidad. A pesar de todo ello la vida tiene unas coordenadas que hay que respetar. Hoy, cuando me disponía a tomar mi desayuno, tuve un presentimiento. Me levanté muy sigilosamente. Algo me decía en lo más íntimo de mi rincón, donde riego mis ilusiones, que tenía cerca el logro de un afán. No en vano, en cuanto me levanté, esparcí unos granos en el comedero de mis amigos Papo Rubio y Pico Amarillo. Tomando toda clase de precauciones me asomé por el borde de la ventana y allí estaba otra vez Pico Amarillo.
Pero estaba solo y lo que yo quería ver era a su compañera. Quedé algo desilusionado. De pronto escuché un cántico que bajaba del cielo. Siempre me maravilla escucharlo pero hoy tenía tonalidades celestiales. El cántico descendía de lo alto del Castaño. Lo que estaba frente a mi, al otro lado de la ventana no podía ser Pico Amarillo sino su amada compañera. En efecto. Conteniendo la respiración y evitando toda clase de movimientos que pudieran delatar mi presencia, tomé la cámara en mis manos y a través del cristal quise grabar la tan deseada mamá de los hijos de Pico Amarillo. La tenía allí, frente a mi ventana. Picoteaba los granos pero se la notaba nerviosa. Esde lo alto su amor trinaba más bello y más fuerte insuflándole ánimos diciéndole que él estaba vigilante. Que comiera tranquila. El cantando. Ella comiendo. Yo gozando, viendo y oyendo todo aquello.
Que maravilla encontrar tus relatos,
Son bellisimos y muy interesantes José.
Disfruto mucho de la lectura.
Un gran abrazo y saludos
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Muchísimas gracias Esperanza. No te imaginas el estímulo que supone para un ochentón esos elogios. Un besazo.
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Esperanza, gracias por existir, por dar sentido a una gran parcela de la vida y sobre todo gracias por hablar, incluso con tus silencios. Gracias por todo.
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Hola José! He estado algo ausente por falta de tiempo, pero créeme que disfruto mucho leyéndote, tan pronto retome la lectura, y vendré a leerte. Saludos y gracias por acordarte de mi.
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