Hace unos días advertí a mi amigo Pico Amarillo, que él y su prole se comportaban de una forma nada coherente. Se estaban exponiendo demasiado, sin necesidad. En estos momentos tienen alimento por doquier. Ya no me refiero a su despensa particular, en la ventana de casa, además hay frutos y bayas por todas partes y de la más variada calidad. A pesar de mis adevertencias, le buscaban las vueltas al dueño del cerezo, para dejarle sin fruto en el árbol. Y lo peor es que no solo lo hacían en el huerto de Severino, que, fiel a la promesa que me hizo, guardó la escopetilla de balines y se conformó con las cerezas que yo le llevé. Otros dueños de árboles frutales fueron menos benévolos y las consecuencias fueron fatales.Uno de lo hijitos de Pico Amarillo, lo encontré esta mañana en el camino que bordea uno de los huertos en el que hay algunos árboles frutales. Lo reconocí al instante, porque varias veces, cuando venía a la ventana a tomar su ración de grano, aadvertí que le faltaba una de las plumas primarias del ala izquierda. Cualquier majarillo muerto violentamente me produce mucha pena, pero, si además es hijo d.e Pico Amarillo, el dolor es mucho myor. Lo recogí y lo emterré detrás de casa.
Los riesgos, lo mismo que las improvisaciones, hay que realizarlos, pero siempre cuando están profundamente estudiados y calibrados y solo, si son inevitables.