EL REY DE LOS ÓLOGOS

20161004_175937_hdr.jpgMi destino es el de pedir perdón a todos. Os fallo más que una escopeta de ferias. Por más que intento y lucho por seros fiel, me pasa lo mismo que el alacrán. ¿Sabeis lo acontecido a la Ranita y al Alacrán? Por si alguno se olvidó, os lo recordaré.

Tenía Alacrán que cruzar al otro lado de un gran charco y no había otra posibilidad que hacerlo nadando o que alguien lo llevara. Como él no sabía nadar, recurrió a Ranita para que lo cruzara sobre su lomo. Ranita le dijo que no. Que su veneno era mortal para ella y que no se exponía. Alacrán le insistió una y mil veces que no tuviera miedo. Que si la cruzaba, de ningún modo la picaría. Entre otras razones porque si la picaba y se moría, él se caería al agua y también perecería. Tanto le insistió y tan buena era Ranita que al fin cedió a los ruegos de su vecino que no amigo. Comenzaron la travesía comentando cada uno sus andanzas y divirtiéndose el uno con el otro. Cuando iban por el medio de la charca, se produjo un silencio sospechoso que rompió Alacrán diciendo Ranita, estoy luchando conmigo mismo pero no puedo evitarlo. Tengo que darte un picotazo. Ranita le hizo las pertinentes consideraciones. El le dijo que las comprendía pero que su destino era superior a él mismo y no lo podia evitar. Y así fue. De poco sirvieron las razones que exhibió Ranita. Alacrán le clavó su negro y venenoso aguijón y ambos perecieron en medio de la charca.

No, no tengo aguijón ni veneno pero mi destino es así y cuanto más fiel quiero ser con los demás a veces….Creo que estoy a punto de entrar en el Libro de los Guimnes porque allí me llevan El Oftalmólogo, Estomatólogo, el Cardiólogo, el Traumatólogo, el Urólogo y…. otros cuantos ólogos más que sería prolijo enumerar. A ellos se unió la presentación, muy exitosa, por cierto, no por méritos propios, sino por parte de quienes lo organizaron, de mi libro UNO DE TANTOS, todo ello me llevó a la maravillosa realidad de que mis limitaciones son mucho más grandes que mi yo. Pero aquí estoy, como el Ave Fénix e intentaré, por todos los medios no ahogarme en la charca y haceros saber de mis aventuras y desventuras. Desde  luego vivir en Madrid, esta magnífica, bella, esplendorosa, polifacética y todas las virtudes que se le quieran poner y que tiene por méritos propios, para mí es una prisión. Como decía el gorrioncillo: Aunque la jaula sea de oro no deja de ser prisión. Echo de menos mis  senderos, mis caminos, mis valles y mis montes. Los colores de la naturaleza, la que sufre y la que disfruta. El aroma de los eucaliptos, del brezo, del romero. De tantas y tantas cosas que no veo llegado el momento en que me sumerja entre ellas.wp-1475597419855.jpeg

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