Después de hacer un pequeño periplo por parte de mi querida España, regreso a mi añorado rincón Os Cotiños. Aunque parezca increible, os puedo asegurar, que lo primero que hice, en cuanto llegué, fue asegurarme de cómo estaba el comedero de Papo Rubio y Pico Amarillo. En efecto, algo de comida han consumido, no mucha, pero sí la suficiente como para saber que alguno de ellos estuvo picoteando en el granero de la ventana. Mañana comprobaré, si me dan la oportunidad de verlos. Me daría mucha alegría saber que han regresado a su casa. De todas formas, ya lo he dicho en otras ocasiones, la climatología está disparatada. Hoy mismo, cuando llegué, a las 5 de la tarde, había 24 grados centigrados, en una época que yo no recuerdo tan alta temperatura desde hace muchos años. Me hizo mucha ilusión contemplar cómo el sol se despedía de mí, cuando se entregaba en los brazos de la mar, para su descanso después de su periplo diario.