Si me dejara llevar de los tópicos imperantes, me diría que, ni tengo edad para hacer ciertas coss ni ciertas cosas están al alcancen de la edad que tengo. Pero eso sería tanto como hacer concesiones a la incapacidad de hacer un pequeño esfuerzo sobre el que ya tienes que realizaR para vivir. Rotundamente me niego a entregarme de ese modo. Rara es la mañana que, al despertarme no me diga que tengo que hacer esto o lo otro. Tampoco es raro que no haga una reflexión lamentándome de los compromisos que me creo y me obligan a……..lo que sea. ¡Qué mas da! Lo cierto es que esos compromisos que adquieres, te motivan, refuerzan tus estímulos y te invitan a luchar cada día, cada momento, por vivir. Vivir. He ahí la palbra mágica. La palabra que te insufla ánimo. La palabra que crea esperanza. La palabra que te proyecta a la vida futura. La palabra cuyo significado, lo aglutina todo. Vivir no es pasar por el mundo andando o saltando. Vivir no es llorar o reir. Vivir no es cantar o bailar. Vivir no esto o aquello. Vivir es enamorarse de la vida y en ese amor, compartir su magnífiico significado. Vivir enamorado, es vivir en plenitud. Es darte y es recibir sin, en ningún caso, pedir nada a cambio. La vida no tiene significado si no se vive amando. Amándolo todo. No hay otra manera de que te realices, si no es así. Viviendo, caminas hacia el espacio de la RUMIA, donde vuelves a disfrutar de lo vivido.