No solamente, Papo Rubio y Pico Amarillo, han regresado a su campamento de Invierno. Bueno, campamento o comedero. Pueden llamrle como quieran, la realidad es que con los fríos invernales, han vuelto a comer a mi ventana. Pero, no han venido solos.
Al escuchar el picoteo de Papo Rubio en mi ventana, con mucha precaución me acerqué, sin que él lo percibiera, y lo que vi me impresionó, sobre todo por lo inesperado. Comiendo en la variiedad de menú que les pongo ahora, al no tener cerditos a quien mimar llevándole ciertas golosinas, me encontré, además de Papo Rubio, con Pico Amarillo y un «Gayo». El Gayo es un intermedio entre pájaro y ave.
En Galicia le llamamos así por el colorido de su plumaje. Tiene plumas de diferentes colores, azules, amarillas, rojas, violetas, grises, blancas y su ´canto, no es tal, sino un graznido de cotorra enfadada. De ahí ese nombre, meramente gallego. Pienso y no debo estar muy desacertado que, además de lo dicho es porque coincide con las dos últimas sílabas de Papagayo. Como es más pequeño y el carácter gallego es así de acomodaticio, escogió las dos últimas sílabas y «Chégalle ben» se conoce que dijo. Y así le conocemos a este lindo animalito de nuestros bosques, con el nombre de «Gayo». Mayor que el arrendrajo, a quien le une algún parecido y menor que el papagayo. Pero ahí no para la familia actual. También se unió a ella la nerviosa y linda «Pajarita de la Nieve, o Lavandera, Lavandeira en gallego. Viendo que la comida llega para todos, cada mañana viene a saciar su apetito.
Menos mal que sus buches son pequeños y con poco se llenan. Lo cierto es que cada mañana, mientras tomo mi desayuno, me deleito viendo a mis amiguitos comprtir conmigo los primeros momentos del amanecer, mientras ellos y yo damos gracias al Creador que, por boca de su hijo pronunció aquellas sabis y bellas palabras» Ved a las avecillas que no siembran…….» Para disfrute de mi comienzo del día, la vida me hizo este inesperado y muy agradable regalo.