Ni en los momentos más optimistas, UNO DE TANTOS, hubiera pensado estar en las manos de una de las escritoras más relevantes de la Literatura Universal. Tener la osadía de sumergirse en la vida intelectual, cultural y profesional de Elsa Punset, es tanto como encerrarse en un Museo de Ciencia. Necesitaría muchos folios, solo para enumerar los títulos que atesora. Escritora, Filósofa, Humanista, Musicóloga, Pianista, etc. etc. etc. Sin embargo todos ellos, con estudios profundos en todas sus especialidades, quedan pequeños a la hora de catalogar la grandiosa Humanidad. Elsa Punset, es sobre todas las cosas, una maravillosa y excelente Persona. Sí, con mayúscula. No merece menos. Tanto así que en ella se produce el cierre del círculo, con toda la gama de valores intermedios. Desde su altura inconmensurable como ser intelectual hasta la humildad más sencilla, al alcance de cualquiera que se acerque a ella. No existe en Elsa Punset ni el más pequeño atisbo de grandeza a la hora de tratar a las personas que soliciten su atención. De ahí que el humilde UNO DE TANTOS llegara a sus excelsas manos y con la elegancia innata de que es poseedora, tuviera a bien, presentarlo ante el objetivo de la cámara, cuando la bella y elegante Ana Rodrígez Muradás se lo ofreciera. Algo es común a las dos encantadoras damas. Ninguna de ellas pone barreras al viento o se arredran ante las dificultades. Ana con el, casi infinito, respeto que le inspira Elsa, le ofreció el libro, a la vez que solicitaba de la Ilustre Dama, si a bien lo tuviera y sus múltiples compromisos se lo permitieran, le diera algún día, su benévola, muy benévola, opinión sobre su contenido. Lo emita o no, desde lo más profundo de este usado, que no viejo, corazón de 70+10 años le mando a Elsa Punset mi admiración, con la que cuenta desde hace muchos años y mi agradecimiento más sincero, por sustentar en su mano diestra, con tanta delicadeza, un volumen de mi libro.
Infinitas gracias a las dos Damas. A una por hacer posible un sueño largamente alimentado y a la otra por tener la capacidad de ayudarme en convertirlo en impensable realidad.