Sí, la vida es muy bella. Tiene algunas manchas, pero son las que nosotros le ponemos con nuestra incoherente actitud y el mal uso que hacemos de nuestras capacidades. Si empleáramos bien nuestra energía, parta hacer el bien, las hebras de las arañas, serían más débiles que nuestros actos. Pero no, tenemos que emplear todo lo bueno que poseemos en crear lo poco malo que somos capaces de hacer y que puede llegar a destruir lo más bello de la creación, el hombre. ¡Señor cuánta maldad! Mejor, ¡Qué poca maldad! Sí con qué poca tinta se echa a perder un traje grandioso que la novia podía lucir con todo su esplendor
Pero dediquemos hoy la atención a la parte bella de nuestro existir. Hace unos días gocé de la compañía de Rubiales, fruto del amor de Papo Rubio y su compañera. Sentía pesar porque pensaba que Rubiales andaba solo, pero no es así. La prueba de ello es el fruto de su amor que ha caido en mis manos. Nunca dicho con mayor propiedad. Hace unos días, al hacer mi recorrido habitual alrededor de mi casa me encontré con un nieto de Papo Rubio. Prematura su ausencia de la casa materna. Si yo no me lo hubiera encontrado cuando hacía poco que había volado, bueno, más que volado, saltado del nido, seguro que hubiera sido pasto de los gatos o de cualquier otro depredador que, con toda seguridad hubiera tenido un apetitoso desayuno o merienda con él. Lo recogí y durante dos días lo alimenté haciendo yo de madre y de padre. Dándole la comida desde mis labios, como si tuviera pico como los pájaros. Se acostumbró y a la tercera o cuarta vez que lo intentamos, como tenía mucha hambre, picoteaba como si nada. Como viera que Rubiales no hacía sino dar vueltas en busca de su hijo, lo coloqué en unas ramas cerca de donde me suponía tienen su nido y ya el padre se encargó de ayudarle a volar hasta su casita. Confío que cuando vuele la próxima vez, ya domine bien el arte del aleteo correcto y no vuelva a caer.
Los que están muy felices son la familia de Pico Amarillo. Bajan a comer a todas horas. Ya he perdido la cuenta. Los sorprendentes calores que hizo en Abril, se trocaron en gélidos días de Mayo y con el frío tuvieron que retornar al hogar de la comida segura. Ellos felices y yo mucho más.