PERO MAMÁ ¿TU QUÉ ESPERAS?

Hace unos momentos que regresé de un acto religioso celebrado en honor a tu persona. Sí, querido Dani. Un acto religioso, que en nuestro lenguaje popular, llamamos Cabo de Año. Osea que hace un año que tú nos dejaste físicamente, porque tú, amigo del alma, no nos dejarás jamás. El acto fue multitudinario, tanto por el respeto a tu familia, como por el Protagonista que lo propiciaba, que no es otro que tu mismo. Muchas, muchísimas personas asistimos al evento en la Iglesia Parroquial de Santa María de Beariz. Cuando los sacerdotes celebrantes dieron por terminado el acto Litúrgico, subió al Altar tu Papá para leer unas líneas en las que se hacía un sucinto relato de tu vida, sobre todo de la etapa dura de tu enfermedad. Tu Papá hizo la lectura, del emotivo texto, con mucha entereza y, como digo, relató algunas de tus reflexiones en el periodo de convalecencia. Se hacía eco de tu coraje ante la adversidad, donde demostraste, a pesar de tu insultante juventud, gala de un espíritu luchador, nada común. Pero no voy incidir más en el tema, ya que tú y yo lo tratamos todos los días en nuestras particulares conversaciones. Solo recordaré una frase que le dijiste a tu queridísima madre, un día que ella te hizo una reflexión, que debía ir en la dirección de que tus progresos en la mejoría no eran muy notables y tú le dijiste textualmente «¿Mamá, pero tú esperabas otra cosa? ¿Qué esperas?. Aún tardó más de 7 meses en llegar el momento fatal y tú, repito, con una entereza que te cataloga como un hombre de pies a cabeza, ya le decías a tu Madre, que solo había que esperar lo irremediable. Y lo hacías así, como lo hacen los grandes personajes, a pecho descubierto y sin lamentaciones ni eufemismos que a nada conducen, sino a demostrar las debilidades humanas que solo producen daño a quien las dice y a quien las escucha. Lección de Maestro, querido y joven Amigo. No te voy a decir más en la noche de hoy. Ya nos iremos contando nuestras cuitas al igual que lo hacemos todos los días cuando juntos recorremos las sendas, los caminos, veredas y trochas que tanto abundan por nuestro querido Beariz.  No me canso de repetírtelo, entrañable Dani, el ejemplo que eres para mí. Cuando algún problemilla me barrena la cabeza, recuerdo tu férrea voluntad e inmediatamente me siento liberado. Un fuerte abrazo y un ruego tan sincero como profundo, no dejes de recomendarme al Buen Dios, porque un Valedor como tú, es la mejor recomendación para llegar a la Luz.

Posdata. Tuve que cambiar de marca de Cayenas, porque, realmente, como tú muy bien decías, las gambas al ajillo, con aquellas que usábamos, no picaban nada.

Hasta siempre Campeón. Un fuerte abrazo.

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