Hace unos días la vi por la carretera. Detuve mi coche y la llamé. Huyó a campo través. Pensé que se había escapado de alguna casa y sus dueños la estarían echando de menos. Al día siguiente la volví a encontrar por el borde de la carretera. Empecé a preocuparme. Dos días seguidos, una perrita tan pequeña, pequeña de tamaño, pero se la ve ya con dos o tres años, y vagando por la carretera, no pude por menos que enfadarme. Enfadarme con esa gente que tiene a los animales, como un capricho y cuando se hartan de ellos los abandonan en medio de una carretera, expuestos a toda clase de peligros. Intenté ganarme su confianza, llamándola, ofreciéndole un trozo de pan, pero fue inútil. Una vez más rechazó mi ofrecimiento echando a correr para alejarse de mí. A pesar de su actitud, yo le hablé, con el fin de que se familiarizase con mi voz. Esa situación se repitió varias veces, siempre con idéntico resultado. Por si sí o por si no, en el mismo comedero donde deposito la comida para mis otros animales, pájaros, aves, gatos y demás visitantes, le puse comida por si «Poquita Cosa», así la llamo por lo pequeña que es, viene por mi casa. Y así fue, ayer la ví llevándose un buen trozo de pan, hacia algún lugar escondido, donde debe tener su despensa. Todos estos días, la veía sola, triste, vagabundeando por cualquier carretera o calle. No quise llamar a ningún lugar de acogida, porque en el tiempo en que estamos, no me dan mucha confianza, precisamente por la cantidad de trabajo que tienen. También me hacía la ilusión que alguna persona más afortunada que yo, consiguiera ganarse su confianza y adoptarla. El resultado es que Poquita Cosa, iba de un lado para otro, sola, como alma en pena. Hace tres días, la encontré de nuevo. Pero, cuál no sería mi sorpresa, cuando en vez de ir sola como siempre, ella. mi Poquita cosa, era la cabecera de una comparsa de, no menos 7 perros. Entre ellos, los había de todos los tamaños, razas y colores. Eso sí, el que iba justo detrás de ella, ignoro de qué raza, pero era el de mayor tamaño. El grandullón, era el que iba continuamente olisqueando los cuartos traseros de la perrita, cuya labor no debía molestarla mucho a ella, porque se dejaba y él, solo dejaba de acariciarla para amenazar con un gruñido o un mordisco al que iba detrás de él. Con aquellas muestras de poder, ninguno se atrevía a quebrantar el status quo de la procesión que componían todos los pretendientes que intentaban ganarse los beneficios de Poquita Cosa. Durante varios días me encontré con la comitiva. No siempre eran los mismos acompañantes, sí la disposición del tamaño. Ayer la encontré con un solo pretendiente, al que ella rechazaba con toda la violencia de que era capaz. El acosador insistía, pero ella lo rechazaba mordiéndole y rechazándolo con todo el coraje posible.
Hoy la volví a encontrar, otra vez sola, triste, amedrentada, huidiza, derrotada. Saqué del frigo algo que pueda apetecerle, pero me da miedo que vengan los otros visitantes y se lo coman, por lo que llevo casi todo el día haciendo guardia y…Perdón, ahí llega. Me retiro antes de que me vea para que no se asuste. Doy la vuelta a la casa y ya estoy en la ventana para observarla. Se está acercando con mucha cautela. Tiene miedo. Mira para todas partes. Da un pasito y se para a observar. El olor de la comida la estimula y levanta la cabeza hacia la pila donde se la pongo. Avanza hasta donde está lo que le dejé. Come unos bocados con ansia. El trozo grande, lo coge entre sus dientes y se lo lleva. De nuevo, lo mismo que hizo con el pan, el otro día, hoy lo hace con la carne. Se ve que es previsora, para cuando vengan tiempos de vacas flacas.
Algún día me gustaría preguntarle, qué fue de tantos admiradores como tuvo esos cuatro o cinco días que no la dejaban en paz. Ahora, de nuevo, cabizbaja, triste, acompañada únicamente de su soledad. ¡¡¡Animo Poquita Cosa!!! Dentro de tres meses veremos una nueva vida y no te preocupes, Tampoco los lirios del campo ni las avecillas del cielo, siembran y El los provee.
Muy enternecedora la historia de la perrita.
Aquí una escritora de relatos sobre mujeres que se dan te envía un saludo 🙂
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