Que Poquita Cosa tiene problemas, es fácil imaginarlo. La encuentro por la calle, la llamo, ella viene, pero solo hasta una distancia prudencial. Incluso cuando me ve, procura esconderse debajo de cualquier cosa que encuenttre a su paso.La otra mañana lo hacía debajo de unas sillas que se hallan en la acera. La llamo y la respuesta es la misma. Me mira, mueve el rabo en señal de saludo y sigue su camino. A veces, si intento acercarme a ella, acelera el paso, haciendo que su vientre cargado de vida, cada día se le nota más, se mueva con garbo de futura madre.
Reepito, su comportamiento conmigo me extraña y me preocupa. Intento sondear las razones que puedan crear esa situación y, tomando un café, escucho a uno de los señores que compartían barra que habla de una perrita que anda por la calle y él intenta agarrarla porque quiere bañarla. Loable intención. Pero Poquita Cosa, tiene sus propios criterios sobre la higiene y le huye. Tantas veces lo intentó como ella se escapó. He ahí la razón que tiene ella de no permitir que nadie se le acerque. Su vientre anuncia un pronto parto.
Hace tres días que no la veo. Recorro los sitios que normalmente ella frecuenta y no consigo dar con ella. Me preocupa. Seguro que ha parido y está vigilando a sus cachorros. Seguiré buscando