Si os parece bien, y dado que ello homologaría un poco los tres nombres de nuestra original grupo avíicola, podíamos cambiar el nombre de Crestita o Crestiña, por el de Negriña. De momento la llamaremos así, NEGRIÑA. Si seguís leyendo, vereis con un poco de razonamiento el motivo de este cambio. No hace falta ser muy inteligente para saber que mi compañía no es la que Negriña necesita. Está muy bien. Tiene un habitat fantástico. La comida le sobra. Cuando voy me habla, me saluda. Sin embargo noto en sus actitudes que algo falta. No tardo en entenderla. Yo sé mucho de eso. Lo aprendí durante algunos años hasta que conseguí hacerme amigo suyo. Negriña siente la soledad. Yo soy el menos indicado para consentir ese sufrimiento.
Esta mañana, cuando le fui a dar los buenos días y observé su mirada, le prometí que inmediatamente pondría el remedio para evitar que sufra. Me fui a Carballino y le dije al señor del comercio que necesitaba dos compañeras para mi Negriña. Y como prueba fehaciente de nuestra mentalidad universal, quería que fuera una de color amarillo. oriental y otra aria occidental. en la primera no hubo problema, en la segunda tampoco, lo que sucede, es que se fue unos días a la playa y está un poco menos blanca. A una la llamaremos Auriña, por su color dorado y a la otra Clariña, por no estar ni blanca ni colorada. Son muy jovencitas. Negriña las recibió, en principio, muy bien. Cuando compartió con ellas unos momentos picoteando la comida, consideró que había llegado el momento de marcar las distancias y hacer ciertas aclaraciones para el buen funcionamiento. Debió pensar, Negriña que Auriña y Clariña no entenderían su lenguaje sonoro y entonces decidió dar las órdenes pertinentes en el lenguaje universalmente extendido entre las gallinas, del picotazo. Las novatas solo emitieron unos sonidos que yo no comprendí. Sien embargo escuché que Negriña sí les hablaba. Me paré a pensar e intentar descifrar el enigma y no tardé en llegar a la conclusión de interpretar la breve conversación mantenida por las tres. Negriña las picoteó en las crestas. Entonces ellas dijeron ¿»Por qué nos pegas si no hemos hecho nada malo? Respuesta de Negriña «Para que sepais lo que os espera si lo haceis». Seguí por unos instantes más, observándolas y me retiré sonriendo. Siiiii
Muy bueno, felicidades para Negriña, seguiremos su historia, gracias José Balboa por estas historias que enganchan un saludo
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