ELCAMINANTE COMPARTE MESA CON MARI LUZ Y MARIANO

img_20190630_130455860_hdrUna vez más la fortuna me sonríe. En desacuerdo con la aseveración de mis hijos, ellos dicen que yo soy un hombre «suertudo» yo no creo en la suerte, la Diosa Fortuna me condujo, de  la mano de un Jefe de Comedor inteligente y muy buen psicólogo, a compartir mesa con dos personas, una señora y un caballero.

La primera impresión fue mutuamente aceptable. Con las debidas precauciones, los tres fuimos tomando posiciones a través de una conversación trivial y respetuosa. Bajo ningún concepto descubriré la edad de ninguno de nosotros, si acaso confesaré que la suma de años alcanza la cifra de doce más de dos siglos y medio. Señora ella, caballero castellano él. Padres y abuelos, ambos. Ágil de mente la dama y perspicaz y acertado en sus apreciaciones, el señor. De nombre Mari Luz, bella y lozana castellana, hacendosa y austera, según su elegante decir. Nada de esquilmar, pero mucho menos derrochar. Cuidadosa y conocedora de lo que en casa entraba para saber  cuánto podría salir. Además, hay que mejorar lo heredado y eso solo se consigue con el ahorro. De eso hay que enseñarle poco a Mari Luz. Pero para ahorrar no se puede gastar todo lo que se ingresa. Y para ingresar tiene que estar quien lo cree. Ahí estaba Mariano. Azorín dijo que las líneas de Castilla son tres: El vertical chopo que enhiesto se sube hasta el cielo. El galgo corredor persiguiendo la veloz y bigotuda liebre, conforma la horizontal y Mariano inclinado sobre el arado del que tiran dos briosas mulas forma la inclinada línea que completa la trilogía de Azorín. Hacendosa y bien organizada, cono digo, ella, y laborioso y responsable él, lleva sesenta y un años juntos, crearon y criaron dos hijos y varias nietas y hoy, a sesenta y tres años desde que Mariano le robó, sin violencia el primer beso a la muy bella y joven Mari Luz, es un regalo de Dios el contemplar cómo se miran, cómo se respetan, cómo se aman. ¡Qué bella y qué grandiosa es la vida sencilla cuando se desenvuelve entre los pliegues del amor y del respeto.

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