Después de admirar y rendir pleitesía al legado que nos dejaron nuestros antepasados en el «queso grouller» que son los montes de Cantabria, con sus vientres repletos de tesoros de valor incalculable, el Caminante comparte felicidad con un grupo de personas inolvidables. Ya comenté los simpáticos momentos compartidos con Mari Luz y Marian, hoy toca recordar lo que se puede hacer para divertirse, haciendo lo que hay que hacer, respetándose.
De nada nos conocíamos. Un factor común nos unía: el respeto. Algo de lo que adolece la sociedad actual es la comunicación. No es necesario traer a colación lo poco que se utiliza el lenguaje oral entre los miembros de la sociedad de hoy. Familias enteras sentadas entorno a una mesa y cada una con un móvil en sus manos. Parejas caminando en absoluto silencio sin tener nada que decirse. Y así podría llenar infinitas páginas de ejemplos. El grupo del inserso que se congregó en estos pasados días en una pequeña piscina del Balneario de Puente Viesgo. lo componían unas quince personas. Una monitora o monitor, nos hacía cumplir una serie de ejercicios para que nuestra utilizada, que no vieja, naturaleza, se revitalizara. Con nuestra actitud positiva hicimos que los reiterativos ejercicios que a decir verdad, tienen poco de novedosos, se tuvieran, sin su menoscabo, un plus que era un relajante momento de risoterapia. Al principio, quien dirigía la tabla se resistía un poco, terminando por propio convencimiento, en director o directora de nuestros cánticos. ¡Qué remedio. …si no puedes vencerle, únete a él.
Pasamos unos días geniales, en los que demostramos lo fácil que es organizar una sociedad y conseguir los objetivos que te propongas si para ello utilizas el respeto a los espacios de cada uno, y todo ello, impregnado de una buena dósis de amor.
Gracias queridos amigos. Siempre os tendré en mi corazón. Abrazos a raudales.