EL CAMINANTE Y SU EGO…

No solo mis hijos, nietos y futura esposa, también yo reconozco que mi EGO, algunas veces, soy algo benévolo con ese calificativo, alcanza cotas que no debería subir. En ese momento que lo pienso le echo el ancla y lo bajo. ¿Dónde está, pues el problema? Os aseguro que trato muy poco en localizarlo. Arranco en primer lugar en dar gracias a Dios, en Él creo firmemente, por darme todo lo que me concede. A mis ochenta y cuatro años, a punto de cumplir los ochenta y cinco, gozo de una salud fantástica. En esa fantasía, por supuesto entran todas las «cosillas» inherentes a la edad. Tengo cuatro hijos que son, sobre todas las cosas, cuatro PERSONAS. Sus parejas no le van a la zaga en cuanto a virtudes positivas que lucen en sus actitudes. Nueve nietos. Solo haré una pequeña reseña de los tres mayores. El de más edad, economista y corredor de bolsa en una entidad donde goza de una bien ganada consideración. El que le sigue, en años, pediatra. Une a su calidad profesional que, en los años que lleva ejerciéndola, se ha ganado el cariño de sus pequeños pacientes y de sus progenitores. A continuación llega el tercero al que yo califico como el «GRAN RETADOR». Hasta tal punto es acertada mi aseveración, que se reta a sí mismo para conseguir todo lo que se propone. A sus 24 años, recién terminadas dos carreras de alto nivel, en un solo curso, en la Universidad donde realizó sus estudios, no le dejaron marchar y lo agregaron al equipo de intelectuales y estudiosos de temas muy importantes. Por si esto fuera poco, realizó un trabajo que al ser conocido por aquellas personas a quienes competen en los contenidos vertidos en dicho escrito, le han pedido que pronuncie una conferencia en la lengua de Shakespeare con participación internacional. El cuarto de los nietos, criado arropado por una madre, para mi concepto demasiado protectora, y sin que él conociera en absoluto cualquier tipo de actividad que no fueran los estudios, se va estudiar al Reino Unido. Vive en un apartamento que comparte con tres colegas. Él se hace sus comidas, lava su ropa, en fin vive sin la mínima protección maternal y saca adelante y con buenas calificaciones una complicada carrera. Me resta enumerar las actividades de los cinco restantes. Ninguno de ellos desmerece en absoluto lo más mínimo de las virtudes de los citados. Pondré, para ser breve, un pequeño detalle de la nieta más joven (15 años). Hace unos días me remitió un mensaje con las calificaciones del último trimestre. Venían sobresalientes, casi todos y algunos notables ninguno menos de siete (7). Mi respuesta fue elogiable, pero que no me gustaban los 7. Su respuesta fue inmediata. La transcribo al pie de la letra: «Te prometo que en el tercer trimestre compenso esta nota con diez y sin un solo siete». Estoy seguro que lo cumplirá.

A todo lo dicho, ese buen Dios que cada día me regala algo nuevo y gratificante, para colmo de regalos, a mis años me regala el amor de una joven de treinta y cinco años, quien también se ha adueñado del mío y ambos prometeremos continuidad de mantenerlo vivo durante el tiempo que Él me regale, en su presencia, que es lo mismo que decir en Matrimonio. Lorena, ese es su nombre, llena toda mi vida, recorre conmigo este segmento de la vida y que lo disfrutamos a plenitud.

Teniendo como máxima primordial el respeto el cual no es sino la parcela donde se siembran los frutos que producen el amor, decidme: ¿Entendéis ahora por qué me es tan difícil evitar que mi Ego algunas veces camine por los espacios siderales y yo no tenga capacidad de controlarlo? Después de todo lo expuesto, prometo que haré lo posible por evitar que sobrepase el azul de la bóveda celeste. No sé si lo cumpliré, al menos, repito, voy intentarlo una vez más.

Un comentario en “EL CAMINANTE Y SU EGO…”

  1. Querido José, de mas está decirte que siempre me asombra tu facilidad para contarnos cualquier tema que elijas. El de hoy
    que es sobre tu Ego, y la descripción de tu maravillosa familia, especialmente de algunos de tus nietos, puedo dar fe de la certeza
    de tus elogios a los tres mayores. por tener la suete de conocerlos desde pequeños. Estoy segura que el resto de tus nietos no se
    quedan atrás. No es extraño que tu Ego, con semejantes nietos, se encuentre por la estratosfera y ni hablar de Lorena, tu futura
    esposa, que tuve la suerte de conocer y que no desmerece ninguno de tus elogios. Entiendo perfectamente que te cueste controlar
    tu Ego. Cariños!

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