Yo luciendo orgulloso el escudo de la bellísima villa de Amares del País Hermano, Portugal
El día cuatro de Agosto un grupo de diecisiete Peregrinos del Camino de la Geira y de los Arrieiros de Braga a Santiago, nos honraron con su presencia. Llegaron a Beariz sobre las cuatro de la tarde y una vez que el pabellón de deportes ese día estaba libre, el primer Edil tuvo a bien permitir que pernoctasen en sus instalaciones. Se les marcaron las pautas que debían mantener dentro del recinto. Tales como utilizar calzado que no perjudicasen el pavimento y se instalaran sobre la amplia moqueta que previamente se había extendido. No solo cumplieron las instrucciones impartidas, sino que además dando muestras de una educación exquisita y un comportamiento cívico encomiable, al día siguiente no se encontró ni un papel o muestras de signo alguna que denotara la presencia de personas tanto fuera como dentro del pabellón.
En esta imagen los felices Peregrinos OS ESCUTEIROS DE AMARES el día de su arribo a Santiago.
En el día de hoy, una representación del esforzado grupo, con Paulo, el Capitán que los conduzco a la victoria, han tenido la gentileza de visitarnos de nuevo y hacernos objeto, totalmente inmerecido de unos entrañables recuerdos que denotan la calidad humana que les honra. Mi esposa y yo , desde lo más profundo de nuestros corazones agradecemos el maravilloso gesto, tan bello como inmerecido.
Los regalos que nos trajeron la muy digna representación de los Escudeiros de Amares.
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La bella y juvenil representación de los Peregrinos con Paulo más tranquilo que el 7 de Agosto.
Prometemos lucir con orgullo los emblemas de Amares y reiteramos nuestro más sincero y profundo agradecimiento, con énfasis muy especial para el pergamino firmado por todos los componentes de Os Escudeiros de Amares. Gracias queridos amigos. Si es cierto, según propia expresión, que en Beariz dejasteis un trocito de vuestros juveniles corazones, no lo es menos que a Amares os llevasteis una buena porción de algunos bearicenses. Lamentamos profundamente no haber podido dedicaros en el día de hoy, la atención de la que os hicisteis merecedores, pero el momento que estábamos viviendo, tristemente nos limitaba.
Lorena, que se adueñó del escudo para lucirlo en un lugar privilegiado.
Relatos del caminante 