
Dani, no pongas esa cara, que no se me ha olvidado tu onomástica. Si te llega algo tarde no es por desidia mía ni mucho menos por olvido. Sencillamente, querido amigo, mi esquela va cargada de tantos y tan bellos recuerdos, que no puede ir más deprisa. Esos recuerdos no son otros que los compartidos en los momentos en que nos divertíamos llevando la contraria a tu padre haciéndole medio enfadarse. Con el tiempo han adquirido un tamaño tan enormes en cantidad y calidad que es lo que motiva su retraso. ¿Te acuerdas algunos de ellos? Pues ahora te maravillaría comprobar lo que han crecido. Con decirte que el solo traerlos a la mente contemplo que aquella sonrisa que nunca dejabas que aflorara en plenitud, al comprobarlos en estos momentos, hasta sueltas una carcajada. Te aseguro que no es para menos. Nunca pensé, querido Dani que llegara a echarte tanto en falta, sobre todo estos días en que la vida se me empinó un poco y subirla me costó algo más de lo normal. No me hubiera venido mal ver tu sonrisa a media cuesta para darme ánimos. Te recuerdo y te recordaré siempre, porque para mí estás de viaje a un lugar maravilloso al que, no tardando mucho, iré a verte. No tengo prisas, porque tú, Dani y otras entrañables personas me acompañáis en todo mi caminar por la vida. Un abrazo de luces y brisas como los que tú me das cada momento a través de tu sonrisa. Hasta luego, AMIGOS PARA SIEMPRE.