LEMBRANZAS

No sé si por cultura, por tradición, por estados de ánimo o por condicionantes encerrados en lo más profundo de mi cerebro, en estas fechas comienzan a tomar posesión de mis ventanales recuerdos que en el resto del año permanecen silenciosos. Hoy cociné unas alcachofas y su degustación me trasladó a Tudela y de allí,  al vecino pueblo de Castejón. Allá por el año 2.000 colaboré en la construcción de una Central de Ciclo Combinado, a las orillas del río Ebro. La obra no ofrecía ni más ni menos dificultades que cualquier otra obra de características similares. Sin embargo, nada más comenzar las excavaciones para su cimentación, aparecieron unos restos arqueológicos que, con el mínimo de responsabilidad, obligaba comunicar a Patrimonio, el hallazgo. Como es natural el Departamento de Arqueología hizo unos estudios sobre el terreno y efectivamente, aquello ameritaba que sobre el terreno hubiera un equipo que hiciera un seguimiento de los trabajos que allí se realizaban Un grupo de excelentes profesionales controlaban en cada momento todo lo que iba pareciendo. Entre el grupo, como digo, de auténticos profesionales, destacaba una joven navarrica, Amaparo Laborda,  que por su dedicación se notaba a las claras que no había escogido aquella profesión por casualidad. Realizaba los trabajos con auténtica devoción. Cuando había muestras, en medio del fragor de los trabajos de máquinas y obreros, de algo que pudiera tener relación con algún resto arqueológico, era digno de admiración con qué mimo y profesionalidad realizaba las labores para detectar lo que allí pudiera aparecer. Ella me enseñó a respetar la Historia, no escrita de nuestros antepasados, que es también la nuestra,  reflejada en toda clase de utensilios y restos que permanecen en las entrañas de la Madre Tierra y que la desidia y la barbarie, con frecuencia, ignora y destruye. En ella, en Amparo Laborda, hoy, quiero rendir un homenaje de admiración y respeto a los profesionales de la Arqueología que, con su profesionalidad, no siempre bien entendida, enriquecen nuestro acerbo cultural, haciendo que nos conozcamos mejor y tengamos más conocimientos sobre nuestros orígenes.

Un comentario en “LEMBRANZAS”

  1. Debemos conocer nuestro pasado para comprender el presente. Me gustó ese principio tan proustiano, donde una cierta sensación, puede recordarnos experiencias lejanas. Un saludo.

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