Siguen entrando por el frente Atlántico de Gaalicia, las borrascas que nos inundan y desbordan nuestros ríos. La compuerta se abre de par en par, pero no sé que impedimentos encuentran en su caminar hacia el centro y el Este de la Península, que por allá poco llega y a veces nada.
Entre los vientos y las lluvias, llevo sin ver a mis dos amigos de los amaneceres otoñales, más de 8 días..Los vientos y la lluvia se llevan los granos que les pongo para que desayunen y me amenicen mi despertar. Yo los espero, aunque también comprendo que deben estar refugiados en sus cuarteles de invierno y tendrán más cerca con qué alimentarse. Siento que cada día los necesito más y confío que los elementos de la naturaleza vayan cediendo un poco en su desaforada actitud y, por fin, vuelvan, el uno a lo alto del castaño y el otro a picar en la ventana y saludarme con sus agudos pío, pío.
Esta tarde, la Madre Naturaleza, no se conformó con sacar a escena a ráfagas de viento de más de 100 km./h, y torrenciales chaparrones. A eso de la media tarde comenzaron a sonar unos truenos de tal intensidad que, durante un par de horas no cesaron los cortes de suministro de energía eléctrica. Con temperaturas casi primaverales, los prados verdeguean como si estuviéramos en el inicio del verano. Ya vendrá el Tío Paco con la rebaja.