UN CAMBIO CONSIDERABLE

Creo que en alguna ocasión hice comentarios sobre mis ocupaciones en los últimos tiempos. Desde qe ejerzo de Jubilado me he dedicado a varias actividades. Ya dije en alguna ocasión que soy culo de mal asiento. No solo son mis asentaderas las inquietas sino que también mi cabeza va en la misma línea. En algún momento, una persona que captó mi manera de entender la vida, me invitó a involucrarme en un proyecto que implicaba la recuperación de un cerdo gallego, que está en peligro de extinción. No lo pensé dos veces. Durante más de 10 años estuve dedicado a esta actividad, como explico en mi libro UNO DE TANTOS, de próxima aparición. Por razones que sería prolijo explicar, he  tenido que ir dejando esa actividad y mirar hacia otro lado. No tardé mucho en llenar mi retina con algo que le agradó. Como tenía mis montes,   preparados debidamente para que mis cerditos vivieran felices en  libertad, alguien, en viendo lo útiles que podían ser esos montes para montar una explotación de apicultura, me hizo una sugerencia en esa línea. Me pareció de perlas que alguien viera la posiblidad de utilizar esos espacios para darles utilidad. Como estuve unos días en Madrid, estaba un poco desorientado de cómo se encontraban los preparativos para ubicar las colmenas.wp-1465080921646.jpeg En cuanto llegué me fui a comprobarlo con mis propios ojos. Me acerqué al lugar que se había escogido para montar los primeros cajones . No tardé en experimentarlo en mis propias carnes. En cuanto me acerqué al subsodicho lugar, escuché un zumbido que me era nuevo pero que me resultaba aclaratorio de quiénes los emitían. En efecto, antes de que me diera cuenta, me picó una abjeja en un antebrazo. En menos de cinco segundos sentí otro aguijonazo en el cogote. Sin mediar tiempo ni permisibildad otra me picó en una nalga y una cuarta me dejó su aguijón en el párpado izquierdo. Salí corriendo como alma en pena,  renegando del poco sentido del agradecimeinto que tienen las abejas tratando así a la persona que les preparó un espacio para que vivieran en las condiciones idóneas para libar flores  y cuidar bien a su Reina. Les planté hasta un centenar de romeros para que tengan flores para escoger. Todo ello, sin tener que hacerlo, ya que las colmenas son de un tercero que es su auténtico dueño. Yo recibiré, según me han prometido, un kilo de miel por colmena y año. Al menos es lo que me han dicho. Lo más importante es que mis montes van a seguir siendo útiles para producir alguna cosa y que en este caso muy importante, no tanto por lo dulce, que también, sino porque en mis fincas van a vivir y procrear unos animales imprescindibles para la existencia del ser humano sobre la faz de la tierra, como es la ABEJA. Razón por la que me dolieron menos los picotazos.

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