Papo Rubio y Pico Amarillo, al igual que sus familias, siguen acudiendo al pesebre que tienen en la ventana. Estos días que me ausenté de Os Cotiños, no han tenido ninguna consecuencia. En otras ocasiones cuando me ausentaba, al regreso me ganaba los malos modos, por dejarlos abandonados. En esta ocasión, como dejé el pesebre lleno, sobrado para los días que estuviera fuera, nada de nada. Además, en la época que nos encontramos, con abundancia de frambuesas, grosellas, cerezas y otros frutos, propios del verano, a su pesebre casero, vienen para no perder la costumbre y como queriendo demostrar que esa comida les pertenece y la van dosificando, pero haciendo el mayor gasto de la otra que si no la aprovechan, otros colegas se la comen. La verdad es que me ha dado mucha alegría verlos otra vez aunque, como digo, la mayor provisión de alimento, lo hacen fuera de mi vista. Sorpresivamente encontré a Pico Amarillo deleitándose comiendo frambuesas en el huerto de una vecina. Me miró y en su mirada aprecié una sonrisa de complicidad. Allí lo dejé y él agradeció mi gesto. La familia Papo Rubio viene menos y apenas los veo.