" No hay nada tan importante como la importancia de no haber nada importante" by José Balboa Rodríguez, escritor ourensano.
¿POR QUÉ BEARIZ NO ES PUEBLO DE PARADA Y FONDA?
Hecha la pregunta así, tan descarnada, parecerá una auténtica obviedad. Sin embargo, si nos adentramos en un análisis un poco más detenido, a lo mejor tiene visus de una realidad fácilmente comprobable. Situado este Municipio de la Provincia de Orense en el extremo Noroeste de la misma, dando vista ya a la hermana Pontevedra, goza de todos los ingredientes para retener en sus pagos a todos las personas que pasen por ellos. Ingredientes paisajísticos, hidrográficos, arqueológicos, orográficos, históricos, humanos y de cualquier otra índole que a cualquier persona pudiera interesar. Sin embargo, no tiene dónde encontrar una mesa con viandas para degustar un yantar. Salvo en la aldea de Doade. Parecerá ridículo, pro así es. Gozando de unos ricos pastizales donde otrora se alimentaban centenares de vacas, ovejas y cabras, hoy no hay sino unos cuantos rumiantes que, en época de escasez, por otras zonas, vienen a saciar su hambre a cualquiera de los terrenos de las aldeas que componen este Ayuntamiento. Ellos sí tienen donde comer, sin embargo, como digo, las personas tienen que buscar otros pueblos para satisfacer sus necesidades alimentarias. Por más que lo pienso, no encuentro explicación alguna, pero así es. Tal vez debiéramos, los bearicenses hacer un poco de examen de conciencia y ver qué ocurre. Por qué, no se crean en este Municipio estímulos suficientes para hacerlo más atractivo. O dicho de otra manera, poner en valor los atractivos de Beariz, para que quien pasare por aquí los vea y desee disfrutar de ellos. No quiero poner el foco en nuestras primeras autoridades, porque creo que es deber de todos, sin embargo también debo decir, que los que representan al pueblo, tienen algo más de responsabilidad. Para eso se les elige. Confiemos que pronto savia nueva recorra las venas de este maravilloso pueblo y así se revitalice todo su organismo. Dicho en Román Paladino, que despierte de un letargo que auguramos de pronta desaparición. Es necesario.