EL CAMINANTE SE DESCONOCE A SÍ MISMO

img_20181107_170629998_hdr-1713553238867612504.jpgNo siempre uno da crédito a lo que lee o estudia. No importa de quién venga el pensamiento, para poner alguna objeción al todo o a gran parte de ese todo. Veamos: KHALIL GIBRAN dijo que nuestros hijos no son nuestros, los hemos criado para la vida. Tal vez no sean esas mismas palabras, pero sí lo es su contenido. En efecto, así lo entendía yo y sigo entendiéndolo a lo que a los hijos habidos en mi matrimonio se refiere. Lo que yo no sabía, era que a los hijos emanados de mi imaginación y situados en el papel, o sea, mis libros, iban a descubrir en mí unos sentimientos totalmente novedosos. Ayer, se presentó en mi casa un furgón para transportar una buena parte de mis libros, camino de México. Hasta ahí, todo bien. Dentro de unos días me voy allá a presentarlos y todo me resultaba de lo más natural. Ah, pues no es así. No señor.img_20181107_170552216-162125167182943554.jpgMientras cargaban las cajas, comenzó a moverse allá, en los adentros de mi estómago, algo parecido  a un hormigueo que me hacía sentirme incómodo. No entendía la razón ni, por más que la buscaba, la podía localizar por parte alguna. Sin embargo, la respuesta no se hizo esperar, vino sola, sin mayor esfuerzo por mi parte, cuando el furgón cerró su puertas con las cajas de mis libros dentro, y comenzó a subir la cuesta llevándolos lejos de míimg_20181107_170718215_hdr7642646912674457394.jpgEntonces, el hormigueo dejó de ser tal y sus consecuencias se reflejaron en la humedad que comencé a sentir en mis ojos y en la garganta se me produjo un nudo que impedía que la saliva pasara por ella. En aquel furgón se llevaban mis  libros, mis hijos, salidos de lo más profundo de mis sentimientos y creados con la capacidad de amar que puse en la palestra de su concepción. Se los llevaban para nunca más volver a esta su casa. Quise echar mano del raciocinio, pero no tuve respuesta. Me dolía en el alma desprenderme de mis libros, de mis hijos.   No me consolaba que dentro de unos días volveríamos a reunirnos. No, no bastaba esa reflexión. Estaba seguro que nada sería igual. Nuestro lazo, que yo siempre consideré indisoluble, se estaba rompiendo de alguna manera. ¡¡Qué complicados somos los seres humanos!! Somo capaces de crear problemas en cualquier momento y basándonos en las más insignificantes nimiedades. Con lo sencilla y bella que es la vida si nos dedicáramos a vivirla y disfrutarla como ella se nos brinda.

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