Breve, sí. Pero tan breve como enriquecedor. Por mucho que mi egoismo me aconsejara que me dedicara al descanso y olvidara cualquiera otra actividad que lo quebrantara, no podía mi insensatez, en demasiadas ocasiones triunfante, cometer tan craso disparate. Me hallo en Puente Viesgo, Cantabria. En este afortunado y singular pueblo, hay unos tesoros, que pertenecen a todos y todos podemos disfrutar de ellos y mi necedad, como digo, no puede ser tan descomunal que no suba a las Cuevas del Castillo. Allá arriba, cerca del cielo.
Sí, en el punto más alto de esa montaña, hay una gruta. Consta de pétrea y gran antesala cuya superficie supera los 120 metros cuadrados. De forma tronco cónica invertida de dieciocho metros de altura, de momento. En el frontal Suroeste, una pequeña puerta da acceso a la cueva. Oscar, el guía encargado de mostrarnos lo que hay en su interior, nos franquea la entrada. El grupo de 12 personas, que componemos, como es habitual, nos vamos presentando con la normalidad que permiten estos casos. Entre los presentes, hay una Doctora en Arqueología. Mi ignorancia se despierta dando paso al interés por estar cerca de una profesional que estudia los antiguos aconteceres, o al menos todo aquello que dejaron los que en otros tiempos habitaron este nuestro Planeta Tierra. Comenzamos el recorrido en un respetuoso silencio. Nadie osaba quebrantar el respeto que imponía el lugar donde nos encontrábamos. Solo se escuchaba el respirar de los asistentes. Una vez dentro de la Cueva todos los componentes del grupo, comenzó el Guía con los prolegómenos propios del momento. No bien hubo terminado, sonó una voz femenina. Pertenecía a la Doctora. -Perdón, ¿Es ésta la puerta original de la entrada? La respuesta fue rápida por parte de Oscar, el Guía. -No. La puerta primitiva es otra que luego les mostraré. Está algo más arriba. Aquella sencilla y, en apariencias inocente pregunta, creó en el ambiente de los asistentes un hálito de seguridad y certeza obligada en quien tenía que mostrarnos lo que deseábamos ver. Sobre todo en el Guía. Esa presunción se consolidó durante toda el recorrido.
Bueno, relatar una visita a la Cueva del Castillo de Puente Viesgo, sería una tarea rayana en lo imposible, por parte de este vuestro agradecido amigo y servidor. Por ello voy intentar hacer un breve resumen de lo visto y escuchado durante el interesantísimo caminar por la Prehistoria. Gracias en buena parte a la documentada, Doctora que el destino puso en nuestro camino en tan oportuno instante. Todo lo que diga a continuación es extraido de los comentarios del Guía y los que, en situaciones peculiares, corroboraba nuestra ilustre acompañante. Allá voy: La Cueva está catalogada como Arte Rupestre o Parietal. Cronología: Paleolítico Superior. 38.000-11.00 a. C. Corpus Temático (véase el toque de la Doctora) Figuras animales: Bisontes, Búfalos, Caballos, Ciervos etc. etc. En lo que a lo humano representado se refiere, hay manos abiertas, en negativo. Además, abundan signos diferentes, tales como alineaciones, círculos y otros. Las técnicas usadas, son manuales y soplando la pintura que metían dentro de los huesos de los animales. El color dominante es el rojo que extraían de minerales y vegetales que encontraban en la misma cueva. Además aprovechaban los cores y formas de las piedras para componer la figura que intentaban reflejar. Así podría estar horas y horas explicando lo que el Guía y la Doctora en Arqueología nos enseñaron. Me limitaré a reseñar dos cosas más. Una, que el Homo Sapiens, ya tenía un inteligencia muy desarrollada y dos, para que no me soporteis más, os aconsejo que visteis este admirable Museo que es La Cueva del Castillo situada en un monte muy próximo a es te bellísimo pueblo que es Puente Viesgo, donde la luz y el color, el silencio y la música, la Tierra y el Cielo, la piedra y el agua, forman un conjunto tan perfectamente armónico que mi pobre capacidad no puede expresar.