Buenas noches. Antes de poner en vuestro conocimiento unos pequeños detalles de lo acontecido hoy, en mi cotidiano vivir, quiero expresar mi profundo agradecimiento a las numerosas muestras de afecto que me habeis transmitido durante toda la jornada. Gracias, muchas gracias. Y ahora os cuento mi pequeña aventura diaria. Tan falta de interés, como cualquier otra, pro sí es algo diferente. Tal vez por eso merece la pena contarla. Poco más o menos fue así: En la última I.T.V a la que se sometió El Caminante, mostró alguna deficiencia que convenía subsanar lo antes posible para evitar mayores males. Por todo ello, esta mañana, acompañado de mi hija mayor Beatriz, o lo que es igual, de «Mi parte Luminosa» me personé, previa cita facultativa, en la Residencia Sanitaria de Orense, en el área Santa María Nai. Después de una breve espera de no más de veinte minutos, me invitaron a pasar a una sala donde cambié mi ropa por un coqueto «picardías»Una encantadora enfermera me recogió para introducirme en el quirófano. La sonrisa de mi encantadora introductora se multiplicó por cuatro antes de subirme a la camilla donde sería intervenido. En nada se parecía aquel escenario a un lugar de dolor o reparación de averías corporales. Las cuatro damas se encargaron de que sintiera en un ambiente de lo más festivo, incluso cuando me taparon los ojos con un lienzo que me impidió ver, incluso al doctor que me iba intervenir. Muy joven y amable, por cierto.
Sentí unos leves punzamientos en la frente, donde se hallaba la zona a tratar y poco más. En menos de treinta minutos, el Doctor dio fin a su labor. En ningún momento las profesionales que colaboraron en la intervención, cejaron de utilizar sus mejores dotes como tales y sobre todo de humanidad, para que el paciente, en este caso, yo, me sintiera con la mejor predisposición. Agradezco a todo el equipo su labor profesional y, sobre todo, algo que, a ciertas edades valoramos con otras tablas que tienen un mayor significado en nuestro discurrir por el mundo que nos tocó en suerte.
Me aconsejaron que repusiera fuerzas y yo obediente siempre, así lo hago.
Gracias a todos los que haceis que este mundo sea, a pesar de todo, un mundo habitable. Para celebrar el feliz regreso a casa, nada mejor que unas patatas de mi yerno Raú. Riquísimas. Unos huevos de Mamá Gloria de las gallinas que picotean la hierba de las lindes de Tras do Río. Empanada de «tinga» elaborada y horneada en la panaderia de Beariz. Aceite súper virgen de la almazara de Villarejo de Salvanés. Todo ello regado con el incomparable vino que mi sobrino Secundino y mi sobrina Ester extraen de las uvas de Gomariz. Si a todo ello, se le añade que me lo preparó y sirvió «Mi Parte Luminosa» ¿Qué más puedo yo pedir a la vida? Por todo ello, GRACIAS A TODOS.
No sabia que se sometia a cirugia, mas me da gusto saber que esta bien. Un abrazo desde Guadalajara
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Hola, bella, encantadora y generosa dama por tu comentario. Me paro en los calificativos para no acaparar toda la página, porque si dijera todos los que te mereces…. Gracias por todo, por todo…..,
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Me alegro mucho que haya salido fenomenal tu pequeña intervención y que ya estes tan genial como se te ve de bien en tus fotografías. Un abrazo grande amigo José 🌼😘😊
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Si me produce un placer especial cada vez que veo tu «imagen» en pantalla, hoy ha sido super especial leer tu cariñoso comentario. Muchísimas gracias encantadora Rovica.
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Como siempre la sonrisa presente . Adelante caminante, te envío un sentido abrazo.
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Gracias, Rosa. No es mérito alguno sonreir a la vida si ella es el mejor regalo que tenemos. Un beso, amor.
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