Hay varios pasajes en el Evangelio que siempre me invitaron a reflexionar: La parábola del Hijo pródigo, donde el Padre manifiesta un amor infinito perdonando al hijo descarriado, ante el asombro y la incomprensión del hijo mayor, modelo de fidelidad a lo establecido por el jefe de la casa. El pago, por parte del dueño de la Viña, al vendimiador que llegó tarde y cobró igual que aquel que llevaba desde el amanecer, cortando racimos de uvas, y la pregunta de Pedro cuando, entrando con el Maestro en el patio del Templo, encontraron al borde la piscina, un grupo de ciegos y tullidos. Cuando el Apóstol Pescador los vio, dejándose llevar de aquella espontaneidad que le caracterizaba, le preguntó a Jesús, quién era el responsable de que aquellas personas padecieran lo que él consideraba, ciertas carencias, si eran ellos o sus padres. La pregunta concreta fue así: ¿Quién pecó Señor, ellos o sus padres. Jesús dio la callada por respuesta. Hace unos años, bastantes, estando mi hija Beatriz en la Universidad Central de Caracas, estudiando una carrera que trataba sobre estos temas, me pidió un pequeño apoyo relacionado con las personas de cuidados especiales. Mientras su mamá ponía la mesa, yo me senté en mi lugar de costumbre y escribí este pequeño poema que transcribo a continuación:
QUIEN PECÓ SEÑOR
Balbuceantes inquietudes de horizontes infinitos
Sondeos de almas puras e inescrutables designios
Despertares de amaneceres inciertos,
Crepúsculos que agostan ilusiones que nacen y nunca florecen
Polícroma ilusión de realidades intangibles,
Almas que peregrinan por trochas insondables,
Por qués, sin respuesta,
Baquiano quiero ser en tu caminar.
En este mi último viaje a Madrid, una vez más para hacer unas visitas a los médicos que me vigilan para que no me salga de las elementales normas del bien hacer, mi hija Beatriz, me preguntó si tenía inconveniente en presentar tres de mis libros para recolectar fondos para una institución que lleva por nombre ASPADIR (Asociación de padres de niños descapacitados de Rivas) Me encantó la idea y así lo haremos el próximo día 25 en el colegio que esta asociación tiene en dicho Municipio de Rivas. 
Tuve la oportunidad de compartir con la directiva de esta entidad para organizar el tema, pero sobre todo pude conocer a una señorita de veinticuatro años, de nombre Yaiza, que me enamoró con sus ilusiones y ganas de expresarse. La comunicación con su madre no es un poema, sino un poemario completo. Maneja su vehículo con una destreza encomiable y sus gestos son todo un cántico a la vida. Yaiza, me has ganado y para mí, ya eres un ejemplo de que jamás apartaré de pensamiento y de mi corazón.
Yaiza, vaya para tí, para todos tus compañeros de la asociación y para tus padres, en esta noche primaveral, mi cántico de agradecimiento a la vida por haberte conocido, y lo escribo en el lienzo de la bóveda celeste, tomando como pluma la estrella más rutilante del firmamento.