Está viviendo la humanidad entera y mi querida España, en particular, un momento de verdadera preocupación. Nos creemos algo y nos burlamos de todo. Nuestra prepotencia es tan desmesurada que ignoramos todo lo que nos es ajeno, sin saber o querer ignorar, que nada de lo que sucede en el mundo, hasta en los lugares más lejanos y recónditos deja de tener relevancia en nuestras vidas. Emulando a don José María Pemán, repetiré aquí una estrofa de un poema suyo, que, por cierto, es con la que remato mi libro UNO DE TANTOS.
Ni voy de la gloria en pos
ni torpe ambición me afana
y al nacer cada mañana
tan solo le pido a Dios:
Casa para albergar,
pan tierno para comer,
un Cristo para rezar,
y un libro para leer.
Porque el se afana y se agita
nada encuentra que le llene,
y el que menos necesita
tiene más que el que más tiene.
Tuve la oportunidad de conocer a Don José María y presentarle mis respetos y admiración, en su casa de Cádiz, allá por años setenta. Había puesto yo en escena, para mí, su obra más bella, EL DIVINO IMPACIENTE y una amiga común me llevó a saludarle. Fue un honor que siempre llevo conmigo con humildad no exenta de orgullo. El no sabía, que en ese poema vería yo retratado el segmento de mis últimos años. Volvamos al inicio. Conscientes la mujer que comparte conmigo su vida, Lorena González Rial y yo de que deberíamos hacer algo que estuviera a nuestro alcance, decidimos poner a disposición de nuestro Alcalde, hombre preocupado por sus gentes, como pocos, y del excelente equipo médico, custodio de nuestra salud en el ámbito familiar, quinientos libros (500) de mi propiedad, escritos por mí, para que, con su venta aprovisionar al Municipio, pasando todos los controles legales pertinentes, de materiales necesarios para combatir en lo posible cualquier contagio que pudiera afectarnos. Tanto a don Manuel Prado, alcalde como a don Xosé Dobarro, médico epidemiólogo y su equipo, la idea les encantó. Contactamos en México, de donde presumimos que nos llegarán muchas personas, dado que la mayoría de Beariz tiene algún familiar en el país hermano, con una persona maravillosa Rosa Lamas (Rosiña para los amigos) que inmediatamente se unió al proyecto ofreciéndose a colaborar en todo lo que fuera necesario. El proyecto fuimos mejorándolo según nos aconsejaban las circunstancias, llegando a la conclusión de que con el producto de la venta de los libros y de unos cuadros pintados por el excelente artista Rafa Prieto, que también donamos para la misma causa, haríamos «test» a todas las personas del Ayuntamiento de Beariz y a todos los emigrantes. A éstos se les haría en origen y en arribo. Siemppre, como digo ateniéndonos extrictamente a las normas que dicte la Municipalidad y Sanidad. En ello estamos y seguiremos hasta donde nos permitan nuestras fuerzas. Lo triste es que hasta ahora lo único que recibimos son críticas negativas. No nos preocupa, si con ello conseguimos salvar una vida, todo MERECE LA PENA. (Anda si el título de una de mis novelas.)